Porque de tal manera amó Dios al JL mundo, que dió a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él, no perezca, mas tenga vida eterna,” así nos lo dice la epístola según San Juan (3:16). En el nuevo testamento hallamos otras referencias que instan a creer en el Salvador; de modo que nos corresponde saber lo que esto significa.
Cuando yo era niña, y antes de conocer la Christian Science, se me enseñó que el creer “en él” significaba aceptar sin reservas mentales la enseñanza que Jesús era el Hijo de Dios, quien había tomado sobre sí mismo tanto para la humanidad como para mí personalmente los pecados del mundo, y había sufrido y sido crucificado para que nosotros pudiésemos gozar de vida eterna.
Mary Baker Eddy dice en el libro de texto de la Christian Science, “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 146): “El escolasticismo busca salvación adhiriéndose a la persona más bien que al Principio divino del hombre Jesús; y su Ciencia, el agente curativo de Dios, es silenciado.” Jesús se identificó constantemente no como un ser corpóreo, mas como el Cristo, el Hijo de Dios. Alabó a Pedro por la identificación que le atribuyó al oír la respuesta a la pregunta (Mateo 16:15): “Pero vosotros ¿quién decís que soy?” Pedro le respondió: ”¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo!”
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