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Estoy agradecido por este medio que me...

Del número de julio de 1958 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Estoy agradecido por este medio que me permite expresar mi gratitud por todo lo que la Christian Science es y por todo lo que está haciendo por tantos.

A pesar de que asistí a la Escuela Dominical de la Christian Science caí en el camino desviado de los placeres materiales y comencé a fumar y beber. Era un fumador empedernido y fumaba hasta un paquete de cigarrillos al día. Este hábito continuó por más de diez años.

Cuando mi esposa fué sanada de una afección crónica mediante la Christian Science, yo me puse a estudiar la Ciencia seriamente por gusto propio. El deseo de beber me abandonó completamente, pero continué fumando.

Durante cuatro años luché con este hábito sintiéndome todo el tiempo más y más disgustado con él pero incapaz de dejarlo pues me había convertido en un adicto al tabáco. Un día me vi envuelto en un leve accidente de tráfico, en el cual se me hacían demandas injustas. Al pedir ayuda a una practicista de la Christian Science, esta me dijo que debía hacer frente solamente a las demandas divinas. Me llamó la atención a lo que Mrs. Eddy dice en el libro de texto, Ciencia y Salud (pág. 184): “La Verdad, la Vida y el Amor son las únicas demandas legítimas y eternas al hombre, y son legisladores espirituales, obligando a la obediencia por medio de estatutos divinos.”

Me dirigía a entrevistarme con la otra persona envuelta en el accidente cuando automáticamente me dispuse a tomar un cigarrillo, pero me arrestó el pensamiento de hacer frente a las demandas divinas. Se me ocurrió que era inconsecuente el pensar que podría verme protegido de las demandas de la mente mortal concernientes al accidente, mientras cediera a las demandas de la mente mortal manifestada en la forma del fumar. Trabajando y orando sinceramente por esa fuerza que me capacitara para resistir las demandas de este apetito falso, me sentí sostenido por estas palabras de nuestro libro de texto (pp. 60, 61): “Sólo los goces más elevados pueden satisfacer los anhelos del hombre inmortal. No podemos circunscribir la felicidad dentro de los límites del sentido personal. Los sentidos no proporcionan goces verdaderos.”

Durante años había creido que resistir la tentación de fumar era meramente usar la fuerza de voluntad propia, pero ahora percibía que era justo que en esta batalla hiciera de mi parte todo el esfuerzo de que era capaz. Mrs. Eddy nos da esta instrucción referente a la resistencia al mal (ibíd., pág. 406): “Resistid el mal — el error de toda clase — y este huirá de vosotros.”

Me deshice de mis cigarrillos y encendedor, pero la tentación de fumar persistía hasta que me sentí casi enfermo. Esa noche en una reunión de testimonio de los miércoles en una filial de la Iglesia Científica de Cristo estas palabras iluminaron mi consciencia (Himnario de la Christian Science, No. 148):

Doquiera que El me guíe
no habrá necesidad
ni hay cosa que yo ansie
si aquí el Pastor está.

Fui completamente sanado en medio a mi tormento. Por añadidura las demandas de la otra persona envuelta en el accidente resultaron ser infundadas de modo que no tuve que hacerles frente.

Desde que el falso apetito no me tiene esclavizado, mi comprensión de la verdad y mi habilidad para demostrarla han aumentado centuplamente. Mi gratitud a Mrs. Eddy por su descubrimiento de la Christian Science y por nuestros consagrados practicistas es profunda y de corazón. —

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