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Presentando nuestros libros de texto

[Nota: Este es un extracto de un informe preparado para la División de las Salas de Lectura por la bibliotecaria de una Sala de Lectura mantenida colectivamente]

Del número de julio de 1958 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuestra Guía, Mary Baker Eddy, nos dice en The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany (La Primera Iglesia Científica de Cristo, y Miscelánea, pág. 239): “La Ciencia de las Escrituras coexiste con Dios; y ‘Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras’ relega al Cristianismo a su base primitiva, donde la razón, la revelación, el Principio divino, las normas, y la práctica del Cristianismo familiarizan al estudioso con Dios. En la medida que la Christian Science es estudiada y comprendida, la humanidad podrá como lo hizo antiguamente embeber el espíritu y probar la validez práctica y el poder redentor del Cristianismo sanando toda clase de enfermedad y venciendo al pecado y la muerte.” Mrs. Eddy también dice (ibid., pág. 203): “Todo lo tenéis en vuestros libros de texto.”

En esta Sala de Lectura tenemos el privilegio de participar en el continuo desenvolvimiento que la humanidad está alcanzando a través del estudio de nuestro libro de texto en su esfuerzo por percibir este poder. A diario se registran curaciones llevadas a cabo mediante tal estudio. Creencias de afecciones al corazón, pulmonía, enfermedades mentales, discordias en el hogar y la oficina y la falta de amigos se han desvanecido todas cuando en la Sala de Lectura el estudiante se ha percatado que Dios es Todo-en-todo y que el hombre es la expresión de Dios.

El poder del Amor divino, revelado en nuestro libro de texto, Ciencia y Salud, es tan eficaz que extraños que no conocían esta verdad han experimentado curaciones maravillosas. Una mujer que vino una tarde a nuestra Sala de Lectura le preguntó a la bibliotecaria si la Christian Science le podría ayudar. Su hijo había quedado paralizado repentinamente y lo habían llevado al hospital. Los médicos opinaban que el muchacho tenía sólo un diez por ciento de posibilidad de vivir y, si sobrevivía, no podría caminar nunca más.

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