Cuando los hijos de Israel se alejaron de Egipto hacia la tierra prometida, Dios los guió de un modo extraordinario. Las Escrituras dicen lo siguiente respecto a esta experiencia (Nehemías 9:12): “Y con una columna de nube los condujiste de día, y con columna de fuego de noche, para alumbrarles en el camino que hubieron de andar.” En su significación más elevada este fenómeno simboliza la iluminación y protección de la presencia divina y a veces se le llama a la manifestación de esta presencia el Lugar Santísimo.
Mediante nuestro estudio de la Christian Science, percibimos claramente que nuestra apremiante necesidad es mucho más que la de creer que vivimos bajo la protección de Dios; en realidad debemos estar conscientes de la presencia y el poder de Dios. La mera confianza sin comprensión es fe ciega. Es semejante a la creencia material, que supone la realidad de la ilusión. Una creencia tal no puede llevarnos jamás a la tierra prometida del dominio sobre el mal o la materia.
La regla de la Christian Science es invariable y positiva. Requiere que cada uno de nosotros pruebe la eterna presencia del Amor divino mediante el acertado alejamiento del Egipto de la materialidad y el entrar en el refugio que ofrece la entidad espiritual demostrable. El verdadero Lugar Santísimo o manifestación de la presencia de Dios debe siempre proveernos de ese asilo de amor cristiano gozoso y la inspiración, que se hace sentir en nuestros corazones. La veracidad, la benevolencia, la conciliación y la castidad muestran el camino.
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