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Una corona sobre cada cruz

Del número de julio de 1958 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante siglos la cruz ha sido designada como el símbolo de la iglesia cristiana. En su definición del substantivo “cruz” uno de los mejores diccionarios ingleses se refiere a ella como “el símbolo de la muerte de Cristo, y así del cumplimiento de su misión redentora.” Jesús evidentemente no contemplaba la cruz en ese sentido, pues mediante el Cristo él puso la corona de victoria espiritual sobre ella cuando resucitó su cuerpo de la tumba. Completó su misión redentora cuando su pensamiento se inmaterializó — espiritualizándose totalmente — y entonces ascendió por encima de la percepción de sus discípulos.

La cristiandad considera a Cristo Jesús como el hombre “despreciado y desechado de los hombres,” en las palabras de Isaías (53:3). No obstante el mundo no ha conocido jamás una vida de triunfo tan completo sobre la adversidad y la limitación, sobre la enfermedad y la discordia, sobre el pecado y la aflicción tal como la del Maestro del Cristianismo. En cierta ocasión cuando estaba en una sinagoga Cristo Jesús seleccionó y leyó del libro de Isaías palabras que dijo se referían a él y a su misión (Lucas 4:18, 19): “El Espíritu del Señor está sobre mí; por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y a los ciegos recobro de la vista; para poner en libertad a los oprimidos; para proclamar el año de la buena voluntad del Señor.” No son lágrimas lo que esto indica pero mas bien el triunfo.

Cuando Dios le reveló a Mary Baker Eddy la Ciencia del Cristianismo, ella vió que las experiencias de Cristo Jesús durante sus tres años de ministerio, enseñanza y demostración fueron una serie de negaciones y anulamientos del mal en todas sus formas y fases, una sucesión de triunfos sobre la enfermedad y la muerte. Percibió que estas victorias se debían al hecho espiritual que Dios, el bien, la Verdad y el Amor divinos, es la única causa y creador, el único poder que crea y gobierna por la ley, por consiguiente todo aquello que es desemejante a Dios y Su armonía y perfección en las experiencias humanas provienen de Satanás, el mentiroso, y es una falsedad, tal como lo vió y demostró Cristo Jesús. Este conocimiento guió a Mrs. Eddy a percibir la razón por la cual el Maestro prometió que aquellos que creen en él, que comprenden sus enseñanzas y las obedecen, llevarán a cabo las mismas obras que confirmaron sus palabras.

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