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Evitando y expulsando el dolor

Del número de julio de 1958 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la Christian ScienceNombre que Mary Baker Eddy dió a su descubrimiento (pronunciado Crischan Sáiens). La traducción literal de estas dos palabras es “Ciencia Cristiana”. aprendemos que todo dolor es mental, no físico. El dolor es hallado sólo en la mente carnal o, como también se le llama, mente mortal. ¿Cómo podemos probar que el dolor es mental? Pues mediante esta simple observación: Cuando uno se duerme mientras se está sufriendo de dolor, uno no sufre más de él; sin embargo cuando uno despierta, a menudo el dolor retorna. Es evidente entonces, que para expulsar el dolor uno debe saber cómo eliminarlo de la consciencia humana.

Antes de considerar cómo puede llevarse a cabo esto, bien podemos preguntarnos: “¿Cómo se origina el dolor en la consciencia? ¿Por qué sufre uno de dolor?” Esta condición discordante a menudo es atribuida a un órgano físico que funciona mal. Y sin embargo cuando examinamos la razón del mal funcionamiento, hallamos que en realidad es el efecto de un concepto falso del hombre contemplado por la consciencia humana.

Toda discordancia es el resultado de la creencia que el hombre se compone de órganos materiales y se halla sujeto a cambios y al azar, al nacimiento y la muerte, a la enfermedad y los accidentes con los dolores que les acompañan. Además es un hecho comprobado que el temor, la conmiseración propia y el dejarse dominar por los apetitos falsos y las pasiones a menudo resultan en discordancia, dolor y sufrimiento.

De modo que todo dolor es el resultado de la aceptación de la falsa creencia que la vida y la substancia originan en la materia. Cuando algún miembro del cuerpo parece sufrir dolor, es la mente mortal la que sufre y está diciendo: “Tengo dolor.”

Al responder a la pregunta: “¿Puede la materia hablar por sí misma o manan de ella las fuentes de vida?” Mary Baker Eddy nos dice en “Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras” (pág. 181): “La materia, que es incapaz de sufrir o gozar, no tiene asociación alguna con el dolor y el placer; empero la creencia mortal sí tiene tal asociación.” La creencia mortal es la única morada del dolor.

El dolor se expulsa y previene a medida que uno se convence de los hechos básicos de la Christian Science, a saber: que Dios, la Mente divina, es Espíritu y que el Espíritu es Todo; por lo tanto la materia y la mente mortal no existen.

La convicción de la totalidad del Espíritu trae consigo el reconocimiento y la certidumbre que la creación es completamente espiritual y que el hombre individual es una idea perfecta, impecable y armoniosa de Dios. En la perfección del Espíritu, la Mente divina, no existe ningún elemento de error, ni sensación de dolor de ninguna índole.

El reconocimiento que Dios, el Espíritu, lo es Todo es la base desde la cual se expulsa y evita el temor, el cual es el origen de todo dolor y sufrimiento. En la Christian Science aprendemos que la mente mortal y el cuerpo son uno y que el tal llamado cuerpo es simplemente una falsa creencia de la mente mortal. De este modo puede percibirse quel el dolor es una sensación dolorosa o temerosa de uno mismo y de lo que a uno lo rodea.

El dolor sirve solamente para despertar al individuo al hecho significativo que está contemplando algo discordante en su consciencia. La evidencia del dolor es un llamado que reclama acción inmediata hacia el despertar del pensamiento al hecho que uno debe abandonar el concepto falso de la vida en la materia por la verdad de su identidad como una idea en la Mente divina. En otras palabras, uno debe sentirse consciente del poder del Amor divino que sostiene y todo lo abarca, que llena todo el espacio, gobierna toda la creación armoniosamente y elimina toda creencia discordante de vida en la materia.

La Christian Science nos enseña que toda condición errónea, incluso el dolor, es una tentación de creer en aquello que no es verdadero. Pocas son las personas que se dejarían tentar por robar, mentir o defraudar. Y sin embargo cuando uno cree que uno mismo o algún otro sufre dolor, sirve de testigo o está apoyando una mentira; ya que el hombre no puede jamás sufrir dolor, puesto que la armonía es una cualidad eterna de su ser.

Mrs. Eddy nos enseña cómo podemos vencer la tentación del dolor. Ella escribe en Ciencia y Salud (pág. 495): “Cuando la ilusión de la enfermedad o del pecado os tiente, aferraos firmemente a Dios y Su idea. No permitáis que nada sino Su semejanza more en vuestro pensamiento. No consintáis que ni el temor ni la duda empañen vuestro claro sentido y la serena confianza en que el reconocimiento de la vida armoniosa — como lo es la Vida eternamente — pueda destruir cualquier creencia o concepto doloroso acerca de aquello que no es Vida.”

La Biblia relata que poco antes de la crucifixión los soldados le ofrecieron a Jesús vino mezclado con mirra, bebida que se creía actuaba como narcótico para entorpecer los sentidos. ¡Pero Jesús la rehusó! Y a pesar de que Jesús clamó angustiosamente mientras se hallaba en la cruz, nuestro Mostrador del camino jamás perdió su fe absoluta en que el Amor divino le ayudaría a soportar esta penosa experiencia y respondería a todas sus necesidades. El Maestro dijo (Lucas 23:46): “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”

En vista de esta experiencia cuán tranquilizadoras son para nosotros las palabras del Apóstol Pablo que declaró que mientras sufría dolor de “una espina en la carne” recibió esta seguridad consoladora del Amor divino (II Corintios 12:9): “Bástate mi gracia; pues que mi poder se perfecciona en tu flaqueza.” Por lo tanto a pesar de que para el sentido humano los hombres quizás aparezcan débiles e impotentes, no obstante el poder del Amor divino los sostiene. Y este hecho es probado cuando con fe absoluta nos dirigimos sólo a nuestro Padre-Madre Dios en busca de ayuda para hacer frente a cualquier circunstancia.

En Ciencia y Salud, nuestra Guía describe el verdadero estado del hombre como sigue (pág. 76): “La alegría impecable,— la perfecta armonía e inmortalidad de la Vida, poseyendo sin límites la belleza y bondad divinas, sin un solo placer o dolor corporal,— constituye el único hombre verdadero e indestructible, cuyo ser es espiritual. Este estado de existencia es científico e intacto,— una perfección que sólo es perceptible para aquellos que tienen la comprensión final del Cristo en la Ciencia divina.”

Mediante la oración y la práctica diarias, prevenimos y expulsamos el dolor y también probamos progresivamente la perfección de nuestra verdadera existencia como el único hombre verdadero e indestructible, que mora en la armonía de la Vida eterna.

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