Hace más de diez años conocí la Ciencia Cristiana. Me siento muy agradecido porque obtuve una paz interior y una vida más feliz, debido a que concurría regularmente a los servicios dominicales y a las reuniones de testimonios de los miércoles.
A fin de ayudar a otros, deseo narrar una rápida curación que experimenté. Hace unos años, mientras recogía cerezas, me caí de una escalera, de una altura de aproximadamente tres metros, y no me fue posible levantarme. Sin que lo supiera, mi sobrino llamó a un médico. Después que me trajeron a la casa le pedí a un familiar que pidiera ayuda para mí según la Ciencia Cristiana. La practicista de la Ciencia Cristiana estaba pronta a orar por mí ya que mi deseo era confiar en la Ciencia para mi curación. No obstante, el médico que mi sobrino había llamado, me examinó y determinó que sería necesario que me sacaran radiografías. Las radiografías revelaron que un disco de la espina dorsal estaba fracturado.
El dolor era tan intenso que no pude comer por tres días. El impacto que sentí al golpearme contra el suelo me afectó también los órganos internos. El médico me visitó solamente una vez y no se me aplicó ningún remedio material. La practicista me visitó y compartió conmigo pensamientos acerca de la verdad sobre Dios y Su reflejo, el hombre. Ella me explicó que como imagen de Dios, cada idea permanece intacta y me citó este pasaje en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. 424): “Bajo la Providencia divina no puede haber accidentes, puesto que no hay lugar para la imperfección en la perfección”. La practicista continuó orando por mí y al cabo de cuatro semanas sané. Me fue posible montar en bicicleta y hacer todo el trabajo en el jardín. Pude cortar leña por seis horas durante el día sin dolor alguno y sin ninguna sensación de agotamiento.
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