Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

La discordancia no es sino mala interpretación

Del número de abril de 1974 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A menudo encontramos que una desavenencia o discordia entre dos personas tiene su origen en una mala interpretación. Cuando se aprende la verdad de la situación y se la aplica al problema, se restablece la armonía. Lo que pareció ser un choque de opiniones pudo haber sido sólo una mala interpretación de los hechos por una o por ambas partes. Cuando los puntos de vista en pugna se enfocan correctamente, el conflicto desaparece.

Ésta es la manera de abordar no sólo las desavenencias personales sino también la discordancia en todas sus formas. Podemos ver que la enfermedad, el pecado, la carencia y aun la muerte, son el resultado, o bien de una mala interpretación acerca de la verdad del ser o una falta de comprensión de la misma.

Cuando Jesús encontró al hombre inválido en el estanque de Betesda, éste estaba luchando bajo la ilusión que debía tener a alguien que lo llevara al borde del estanque, y que la inmersión en el agua en determinado momento sanaría sus enfermedades. Gracias a su clara comprensión del Cristo, o estado del hombre perfecto, pudo liberar Jesús al inválido del concepto limitado que tenía de sí mismo y que impedía su curación. El Maestro le ordenó: “Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo”. Juan 5:8, 9;

La Sra. Eddy relata en Ciencia y Salud cómo sanó ella a una mujer que padecía de tisis. La mujer creía que cuando el viento soplaba del este podía respirar, pero con gran dificultad. La Sra. Eddy escribe: “Mi tratamiento metafísico cambió la acción de su creencia respecto a los pulmones, y jamás volvió a sufrir a causa de los vientos del este, sino que recobró su salud”.Ciencia y Salud, pág. 185;

Tomadas en cuenta éstas y otras pruebas, la Ciencia Cristiana puede ayudarnos a contemplar las pretensiones de enfermedad en su perspectiva adecuada. Estas pretensiones no tienen por qué presentarse como los Goliats de miseria y desastre, capaces de inspirar temor y angustia. Podemos reducirlas a su propia dimensión que es la nada. Éstas son malas interpretaciones acerca de la gran verdad de que Dios ha hecho al hombre a Su imagen y semejanza, una idea divina no sujeta a creencias mortales.

Si nos sentimos tentados a condescender con cualquier forma de actividad pecaminosa, podemos darnos cuenta de que la tentación se origina en una mala interpretación — en una creencia de que el pecado beneficia, que es placentero, inofensivo y satisfactorio. Podemos comprender y demostrar que el placer verdadero es espiritual y duradero porque proviene de Dios. Podemos corregir nuestra mala interpretación al contemplar el pecado bajo su luz verdadera, o sea, simplemente como no verdadero o no característico del hombre que realmente somos. Vencemos el pecado sabiendo que somos gobernados solamente por Dios, que es el bien, y que no podemos tener ningún deseo dañino o degradante o inclinaciones que sean contrarias a esta cualidad innata del bien que nos ha sido otorgado por mandato divino. Entonces expresamos esta comprensión correcta que se manifiesta en vidas impecables y llenas de gozo.

Si nos vemos enfrentados con una situación de falta de recursos con que satisfacer nuestras necesidades, podemos ver que la carencia no radica en la cantidad de dinero disponible sino en nuestra actitud mental. Parecemos sufrir la carencia no porque no haya suficiente provisión disponible, sino porque no hemos comprendido adecuadamente la abundancia de la provisión de Dios para Sus hijos.

En cierta ocasión una mujer se quejó al profeta Eliseo de que se encontraba en una situación desesperada debido a sus deudas y que sus hijos le serían quitados por sus acreedores. Él le preguntó qué tenía en la casa, y ella respondió que tan sólo una vasija de aceite. El profeta le dijo que fuera y pidiera prestadas vasijas vacías de sus vecinos, lo cual la sorprendió. Cuando hubieron reunido todas las vasijas que ella y sus hijos pudieron encontrar, vertió ella el aceite de su única vasija en las prestadas, y vio que pudo llenarlas todas. Eliseo le dijo que vendiera el excedente de aceite, pagara sus deudas, y viviera de lo que le sobrara. Ver 2 Reyes 4:1–7; Aparentemente ella no había comprendido la totalidad de la misericordia de Dios y cuando la hubo comprendido gracias al iluminado consejo del profeta, su necesidad fue satisfecha. Nuestras necesidades también pueden ser satisfechas mediante la comprensión de la abundancia del bien de Dios.

Aun la tan arraigada creencia en la muerte puede ser negada al contemplar la muerte como una sugestión falaz y al reemplazarla con la seguridad de que la vida es eterna. A veces los discípulos de Jesús no comprendían sus enseñanzas, y al menos uno de ellos, Tomás, era escéptico acerca de su resurrección de la tumba. Pero la comprensión del Maestro de que la Vida es eterna era tan clara, que sus seguidores también obtuvieron como resultado de su demostración cierto grado de comprensión de que la muerte es sólo una mala interpretación mortal. La Sra. Eddy al explicar este proceso de iluminación, escribe: “El recinto solitario de la tumba le ofreció a Jesús un refugio contra sus enemigos, un lugar en donde resolver el gran problema del ser. Su trabajo de tres días en el sepulcro imprimió al tiempo el sello de la eternidad. Él probó que la Vida no muere y que el Amor triunfa sobre el odio”.Ciencia y Salud, pág. 44; Todos nos hemos beneficiado con esta gran conquista. Con la comprensión de que la Vida es eterna, podemos rechazar la mala interpretación de que la vida comienza con el nacimiento y acaba en muerte.

Las malas interpretaciones mortales están siendo corregidas constantemente. Los anticuados conceptos equivocados han vuelto tímidos, temerosos y aprensivos a los hombres. Oprimidos por creencias infundadas, de que la inteligencia está limitada y restringida, de que los ambientes o las circunstancias son punitivos y aflictivos, de que la materia es substancial y de que la carne tiene dominio sobre el Espíritu, la humanidad ha luchado larga y duramente contra lo que a veces parecen dificultades insuperables. Pero la luz de la Verdad está persistentemente calmando estos temores, revelando progresivamente al hombre en su naturaleza verdadera como una idea divina, y liberándonos a todos de las cadenas imaginarias que ahora vemos que nos hemos impuesto nosotros mismos.

Volvamos a una cita de los escritos de la Sra. Eddy: “Dejad que la Ciencia Cristiana en vez de los sentidos corporales, apoye vuestro entendimiento del ser, y este entendimiento substituirá el error con la Verdad, reemplazará la mortalidad con la inmortalidad, y acallará la discordancia con la armonía”.ibid., pág. 495.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 1974

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.