¿Cree usted que es desventajoso ser mujer en la profesión periodística?
No. No creo que realmente sea una desventaja. Naturalmente, los periodistas del sexo masculino muestran tendencia a no considerarla a uno en serio hasta que ha demostrado competencia, cosa que, me parece, exige un poco más de la mujer que del hombre.
¿Podría decirse que tiene que mostrar más competencia que el hombre, como ocurre con las personas de raza negra que a menudo han tenido que demostrar más competencia que las de raza blanca cuando tratan de encontrar trabajo?
Creo que sí; es una analogía bastante acertada.
Con todo, en las entrevistas, estimo que ser mujer es una ventaja. De todos modos, disfruto de esto. Las personas que uno entrevista no esperan tanto de la mujer y, por lo tanto, no tienen la inclinación a estar tan a la defensiva como lo hacen con los periodistas del sexo masculino.
Desde un punto de vista más serio, debo decir que el periodismo es una actividad sumamente competitiva y que hay muchos reporteros audaces. Sin embargo, yo no soy uno de ellos, pues ése no es mi estilo. No me considero, en modo alguno, en competencia con los hombres. Me interesa penetrar en el núcleo mental de una situación más que abrirme paso a la fuerza para obtener una primicia o sonsacar a una persona la información que no desea divulgar.
¿Cree usted que existen cualidades que se consideran generalmente femeninas, que sean particularmente útiles en el periodismo?
Creo que sí. La intuición es algo que trato de emplear en mi labor periodística. Aun en el periodismo político, considerado en gran medida una actividad apta para los hombres, la intuición es vital. No pienso que ello contradiga la lógica, pero.. . creo realmente que la médula de una situación o país es mental y que es menester una comprensión sensitiva del sentir de las personas para poder escribir acerca de ellas. Acaso los instintos femeninos o su concepto de maternidad, aun cuando la mujer no sea precisamente una madre, son útiles en este aspecto, por su sensibilidad, serenidad, amor y percepción acerca de las relaciones entre los seres humanos.
¿Qué diría usted de cualidades más masculinas, como la valentía, por ejemplo?
No pienso mucho en la valentía.. .
Entonces, ¿qué diría usted de aquello en que se sustenta el pensamiento audaz, aventurero e inquisitivo que necesita eí periodista.. . ?
Sí, me inclino por las cualidades inquisitivas.
¿Qué impresión tiene usted del movimiento de liberación de la mujer?
Creo que todo lo que libere al individuo es bueno, y los aspectos del movimiento de liberación de la mujer que sirven a ese fin son útiles. Debiera haber igualdad jurídica y de oportunidades para la mujer, especialmente al más elevado nivel ejecutivo, en los cuales la discriminación es más perceptible. Obviamente, esto requiere un cambio de actitudes por parte de todos.
El aspecto del movimiento de liberación femenina que me inquieta, sin embargo, es la hostilidad hacia los hombres, que acompaña muchas de sus actividades. No creo que sea necesario. No creo que ayude ni a las mujeres, ni a los hombres. No estoy en favor de que las mujeres acepten una condición de inferioridad, pero no creo que la crítica hostil hacia los hombres sea una solución.
Personalmente considero que en casi todas las situaciones — incluida la cuestión de ser mujer en un “mundo de hombres” — si uno comienza a luchar contra algo está en realidad aceptando esas condiciones y, tal vez, haciéndolas más reales para uno mismo. Mi actitud se define así: ¿Por qué competir? Basta con que cada uno haga lo que sea natural. De todos modos, ¿por qué debo aceptar las condiciones de otro para mis propias intuiciones y logros ?
Los conceptos sociales respecto a la función de ambos sexos en muchos sentidos han aprisionado tanto a los hombres como a las mujeres. Toda relación que se basa en la desigualdad tiende a impedir el desarrollo tanto del dominador como del dominado. Ambos sexos deben cooperar para evitar estos manidos conceptos. Todos estamos a la búsqueda de nuestra propia identidad completa e integrada. Hombre o mujer, uno debe percibir el todo de su identidad.
¿Qué le diría usted a la mujer que ha tenido una experiencia amarga y quiere modificar la situación?
Que puede comprender su plenitud espiritual aquí y ahora como hija de Dios. Y que puede hacerlo tan cabalmente, que las circunstancias humanas se ajustarán por sí solas. La unidad y totalidad de Dios y la inseparabilidad del hombre respecto de Dios no dejan lugar alguno a una categoría inferior para nadie. Cuando aceptamos nuestra propia totalidad y la de aquellos con quienes nos ponemos en contacto, podemos experimentar la dirección necesaria para dar los pasos imprescindibles, tanto individual como socialmente.
¿Se apoyó usted firmemente en esta forma de pensar cuando comenzó su carrera?
Sí, así fue efectivamente.
En realidad, yo comencé mi carrera como periodista independiente en Europa Oriental...
¿Por qué no siguió el camino acostumbrado?
Comencé siguiendo el camino natural como auxiliar de imprenta y empleada de un periódico. Pero ocurrieron algunas cosas.. . o no ocurrieron. Yo quería ir a una universidad. Quería viajar. No estaba recibiendo los ascensos que algunos de mis colegas estaban recibiendo. Por lo tanto, dejé mi trabajo, obtuve mi título de Maestra en Artes, viajé...; y ¡volvieron a ofrecerme un puesto administrativo! Ésta fue una de las mejores cosas que me han sucedido, pues me obligó a iniciarme como periodista independiente.
¿Tuvo usted temor cuando decidió dar ese paso?
Mucho. Una vez me sentí especialmente temerosa, en medio de la noche poco antes de la fecha en que debía salir de los Estados Unidos. Me pregunté si tendría las condiciones necesarias para llegar a ser una periodista del calibre que yo quería. Sentí de pronto esta angustia; acaso fuera mejor que no tratara de hacerlo; por lo menos, en ese caso, no me consideraría una fracasada. Oré y trabajé metafísicamente con algunas ideas familiares de la Biblia, y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, en particular con este versículo bíblico: “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. 1 Juan 4:18; No quería seguir adelante con mis planes sólo por fuerza de voluntad, pero tampoco estaba dispuesta a adoptar una decisión fundada solamente en el temor. Traté realmente de escuchar a Dios. Y al día siguiente resolví rechazar otro empleo que me habían ofrecido en los Estados Unidos, un empleo seguro y atractivo, a decir verdad, pero tenía que ver con el trabajo literario en el ámbito universitario, y no en el periodismo. Y seguí adelante con mis planes de irme a Europa.
¿Qué ocurrió allí?
Tuve un comienzo muy difícil. Pero progresé mucho, tanto personal como profesional- mente, y descubrí que el periodismo era mi vocación. Al cabo de nueve meses, comencé a ganar lo suficiente para mantenerme.
Como periodista, usted ha estado en situaciones sumamente difíciles. ¿Cómo aplicó, en su captura en Camboya, esta forma de pensar de la que nos ha estado hablando? ¿Qué pensó usted cuando su guardia comenzó a atacarla?
Yo había pensado en la posibilidad de violación antes de que fuera por primera vez a Vietnam, tan sólo porque en una situación de guerra todo parece tan fuera de control. Una amiga, una Científica Cristiana, me había dicho que ésta era una parte integrante de la creencia de enemistad entre los hombres.
Desde el momento de nuestra captura había orado para comprender que la fraternidad — y no la guerra — es el estado natural del hombre, y me mantuve en esta idea. En cierto modo, el ataque del guardia nunca me pareció personal. Sólo me pareció otra manifestación del trillado complejo de Caín, que dice que la violencia y el asesinato y la explotación son partes integrantes del carácter del hombre. A decir verdad, no lo son, no son parte de su ser verdadero. El hombre refleja a Dios y está completo en Él. Y no necesita buscar esa plenitud tratando de gobernar a otros.
Recuerdo que le dije al guardia estas palabras: “Tú eres mi hermano y yo soy tu hermana y esto no es necesario”. Se lo dije un par de veces, creo, en inglés y en francés, idiomas que él no hablaba. No me contestó. También le dije una vez en inglés: “Tú tienes todo lo que necesitas como hijo de Dios”. Y el resultado fue que me devolvió los anillos que me había quitado, y me dejó sola. Estuve completamente protegida.
¿De qué forma cree usted que la Ciencia Cristiana le da a la mujer la dignidad que la sociedad no le atribuye aún?
Me es difícil separar esto de la forma en que la Ciencia Cristiana dignifica al género humano. Pero ciertamente subraya la maternidad y paternidad de Dios. Reconoce la actual integridad del hombre — y de la mujer — y muestra cómo reclamarla por medio de la oración. No es una lucha impetuosa por obtener fortaleza o ternura; es una realidad presente. La Ciencia Cristiana dice que hay una realidad espiritual que puede ordenar y ordena nuestra vida. No necesitamos buscar a tientas algo que no tenemos; nuestro ser espiritual existe y está a nuestro alcance para reclamarlo.
Una de las promesas — y exigencias — más dinámica de la Ciencia Cristiana a este respecto es una frase en Ciencia y Salud que en cierto modo se convirtió en estribillo mientras estuve en Camboya: “Un Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad de los hombres; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’; aniquila la idolatría pagana y la cristiana, — todo lo que es injusto en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; establece la igualdad de los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido”.Ciencia y Salud, pág. 340.