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[Original en español]

Todo lo que soy o tengo, se lo debo a la...

Del número de enero de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Todo lo que soy o tengo, se lo debo a la Ciencia CristianaChristian Science: Pronunciado Crischan Sáiens..

Siempre fueron familiares para mí Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy y el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, ya que mi madre me enseñó a estudiar la Lección Bíblica diariamente y a leer El Heraldo de la Ciencia Cristiana en alemán.

Siempre tuve a mano la Ciencia Cristiana, pero no me esforcé por aplicarla. Cuando necesitaba ayuda, la pedía a algún practicista y leía lo que me caía en las manos en ese momento, pero solucionado el problema, volvía a dejar “dormir” mis libros.

Entonces llegó un momento que pareció ser de tremendas dificultades. Me di cuenta de que no podía hacer nada por mí misma. Me vi enfrentada a una situación familiar desastrosa. Además tenía dos niños pequeños y uno por nacer. No contaba con recursos económicos propios y nunca había trabajado fuera de mi hogar. Me hallaba profundamente herida, amargada y era muy joven.

Me fui a vivir con mi madre y de allí, paso a paso, y apoyándome en la Ciencia Cristiana, fui saliendo de esa experiencia. Recuerdo que leía continuamente un artículo publicado en un Heraldo, y que me ayudó en mis momentos más tristes. Narraba de cómo, Dios había guiado a Moisés, paso a paso, a través del desierto hasta la Tierra Prometida, la tierra de liberación, no permitiendo jamás que le faltara nada ni a él ni a su gente.

Pasaron los años y el Padre cuidó de mí y de mi familia maravillosamente. Obtuve un trabajo magnífico y mis hijos nunca carecieron de hogar, ya que mi madre y mi hermana los cuidaron con todo amor. Tuvimos innumerables bendiciones de salud, provisión, alegría y paz, aun en medio de las más cruentas luchas.

Llegó el momento en que no me contentaba con la sola lectura de nuestros libros y comencé a viajar a Buenos Aires para asistir a las conferencias y para visitar personalmente a practicistas. Gracias a la bondad y paciencia de ellos, mi comprensión fue aumentando, lo que, unido a lo que aprendí en las conferencias me hacía sentir la necesidad imperiosa de profundizar mi estudio.

Y es así como, gradualmente, llegué a entender que cuando dejamos el yo personal a un lado y tratamos de comprender, reflejar y expresar el Yo soy divino, nuestra vida adquiere un significado y un rumbo completamente distintos de los que nosotros pudimos haberles dado.

Súbitamente quedé liberada de la situación matrimonial que tanto me había hecho sufrir y, como nunca permití que creciera la cizaña del rencor ni en mí ni en mis hijos, pasamos esa experiencia de una manera completamente armoniosa. Había puesto mi todo terrenal en el altar de la Verdad. Cuando creí que moriría de angustia, volví a nacer de verdad, gracias a la Ciencia Cristiana y a mi constante búsqueda de la presencia divina.

Más tarde las cosas se desarrollaron para mí de tal manera que tuve la dicha de contraer matrimonio nuevamente y formar un hogar. Mi esposo y sus dos hijos son Científicos Cristianos. El Principio divino desarrolló para todos nosotros un plan tan perfecto que ni los mejores proyectos humanos lo hubieran podido realizar jamás.

Por tener tantas oportunidades de aplicar mi comprensión de la Ciencia Cristiana y por el privilegio de haber pasado instrucción en clase estoy profundamente agradecida.


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