Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, demostró independencia en una época en que se hacía gran oposición a la emancipación de la mujer. No sólo fundó La Iglesia de Cristo, Científico, y los periódicos religiosos: The Christian Science Journal, Christian Science Sentinel y el The Herald of Christian Science, sino también el The Christian Science Monitor. ¿No se considerarían notables aún hoy en día, estos logros de una mujer?
La Sra. Eddy demostró que la libertad se alcanza y se mantiene gracias al Espíritu, la Verdad, y no por medios materiales o por la mera resistencia obstinada. Explicó que la perfección, la plenitud y la libertad son cualidades básicas del creador divino y es Su voluntad que sean expresadas perfectamente por Su idea, el hombre. Mediante la comprensión espiritual podemos, individualmente, demostrar que poseemos estas cualidades. No dependemos para el logro de la libertad, de una evolución meramente material desarrollándose a través de las décadas.
Los imperfectos mortales, masculino y femenino, son creaciones de la mente mortal, la creencia en una existencia separada de Dios. El estereotipado concepto humano acerca de la mujer tradicionalmente ha pretendido que ésta expresa, en forma limitada, ciertos excelentes atributos, como la fuerza, y la lógica. Se presume que estas cualidades pertenecen más bien al sexo opuesto, al que, por otra parte, se le niega un buen número de otras buenas cualidades. Sin embargo, Dios incluye dentro de Sí mismo todas las buenas cualidades. Él es Uno, y cada género individual del hombre — ya sea varón o hembra — refleja esta unidad y toda su plenitud.
La Sra. Eddy dice en Ciencia y Salud: “Los géneros masculino, femenino y neutro son conceptos humanos”.Ciencia y Salud, pág. 516; Y en otra parte dice: “El género es también una cualidad que no procede de Dios, sino que es una característica de la mente mortal”.ibid., pág. 305;
Sea que seamos hombres o mujeres, deberíamos esforzarnos por vernos como el reflejo consciente de todas las cualidades divinas, y saber que en la totalidad de este reflejo espiritual no estamos sujetos a restricción por conceptos humanos.
Para que una mujer demuestre, como hija de Dios, la plenitud y la libertad, no es suficiente que perciba que es una idea completa, perfecta y divina, que posee inteligencia, libertad y fuerza confiable, sino que también debe percibir que ama por naturaleza, que tiene belleza, pureza, bondad y armonía. De la misma manera debe ver a todos los hombres como hijos, ideas, perfectos de Dios — como expresiones de amor, misericordia, bondad, pureza y sabiduría, así como reflejos del poder, fuerza, honestidad, e inteligencia divinos. Así se percibe espiritualmente la igualdad de todas las ideas de Dios, y esta comprensión conducirá a la armonía entre los sexos.
La Sra. Eddy escribe: “El hombre y la mujer, coexistentes y eternos con Dios, por siempre reflejan, en calidad glorificada, al infinito Padre-Madre Dios”.ibid., pág. 516; Esta verdad puede ser aplicada de inmediato en la educación de los niños. ¡Cuán frecuentemente comienza en la escuela la tal llamada batalla de los sexos! Aún aquí, la creencia mortal a menudo clasifica algunas habilidades como típicamente masculinas y otras típicamente femeninas. Sin la comprensión verdadera de la plenitud espiritual de cada idea individual, es difícil vencer estas limitaciones mentales falsamente impuestas. Por ejemplo, es posible que destacados logros en matemáticas o física, todavía se consideren inusitados en una niña.
La mente mortal pretende crear al hombre a su imagen, limitado e imperfecto, mas el primer relato de la creación dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Gén. 1:27;
Hoy en día, muchas profesiones que hasta hace poco estaban reservadas a los hombres, están siendo practicadas por mujeres. Aún así, la habilidad, el estudio y la práctica, con frecuencia no logran dar todavía a la mujer el reconocimiento plenamente merecido. Sus esfuerzos todavía implican, habitualmente, lucha y desaliento, falta de reconocimiento y resignación. Pero el éxito de una mujer será más seguro si comprende espiritualmente y está firmemente consciente de la plenitud de su reflejo de todas las cualidades divinas.
El modo de pensar de la mujer acerca de ella misma y acerca del hombre precisa un cambio. Una mujer puede demostrar la verdad espiritual, y en consecuencia, comenzar a ganar su independencia — en cualquier lugar — ya que, como Cristo Jesús dijo: “El reino de Dios está entre vosotros”. Lucas 17:21. La infinitud y la libertad son cualidades del Espíritu, presentes y activas en todo lugar. Por lo tanto, siempre están a disposición de la mujer, como reflejo espiritual, dondequiera que ella se encuentre: en el ámbito familiar o en la vida profesional. Su pensamiento a la manera del Cristo, su consciencia espiritual, es la puerta hacia la libertad, hacia su completa emancipación.