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Anita canta

[Original en español]

Del número de febrero de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Anita despertó sintiéndose muy triste. “Hoy es el día en que papá y mamá se van de viaje”, pensó dando un suspiro.

Sus padres estarían ausentes solamente durante dos semanas pero se iban a otro país. Anita nunca antes había estado separada de ellos. Ella sabía que sus padres iban a viajar para aprender más acerca de la Ciencia Cristiana. Su mamá le había explicado que el saber más acerca de Dios los haría a todos más felices. Anita entendía esto, pero aún así se sentía triste. Su mamá hizo que se levantara, pero la niña se recostó en un sofá, y no quiso desayunarse.

La mamá sabía que ese viaje tenía un buen propósito y que no podía causar tristeza a nadie. Se dio cuenta de que Anita no era una niña triste que pronto se iba a separar de sus padres, sino una idea de Dios, alegre y gozosa. Y puesto que Dios da la alegría y el gozo, nada puede quitarle la alegría a ninguna de Sus criaturas.

La mamá tomó el himnario de la Ciencia Cristiana y se lo llevó a la niña. “Vamos a cantar algunos himnos”, le dijo, y comenzó a cantar el himno que más le gustaba a Anita. Pero ella ni siquiera tomó su himnario y no acompañó a su mamá en el canto. Así que la mamá siguió con sus quehaceres, sabiendo que el Padre-Madre estaba cuidando de las dos. Cristo Jesús dijo: “Nadie os quitará vuestro gozo“, Juan 16:22; ¡y todos ellos tenían que probarlo!

Algunos minutos más tarde se oyó la voz de Anita cantando el himno que dice:

Roca eterna, ideal Verdad,
¡que Tu fuerza more en mí! Christian Science Hymnal, No. 293;

Lo cantó con tanta alegría, que cuando hubo terminado, la mamá le pidió que llamara a su papá a la oficina y se lo cantara por teléfono. Así lo hizo Anita; nunca la habían oído cantar con tanto gozo.

Por la tarde, la niña despidió a sus padres con una sonrisa. Momentos más tarde, Pablito, su hermanito menor, preguntó: “¿Qué van a hacer papá y mamá durante el viaje?” Pero Anita lo interrumpió: “¡Cállate, Pablito! ¡Sólo tenemos un Padre-Madre, que es Dios!”

Pero después que sus padres hubieron partido, Anita volvió a entristecerse. Durante dos días, no sintió deseos de comer, su abuelita, que vivía con ellos, continuó orando por Anita. Entonces, al tercer día la niña se levantó llena de alegría; se desayunó, volvió a jugar como cuando estaban sus padres. Ya nunca más estuvo triste durante la ausencia de sus padres, que fue de dos semanas.

Dos o tres veces al día subía al primer piso y cantaba los himnos que su mamá le había señalado, con el mismo entusiasmo y alegría de la primera vez. Luego siguió jugando como siempre.

Cuando ya faltaban pocos días para que sus padres regresaran, Anita dijo: “¿Sabes abuelita? cuando recibo carta de papá y mamá, es como si me escribieran desde una casa vecina, porque yo no siento que están lejos. Para mí es como si estuvieran aquí mismo”.

La abuelita le respondió: “¡Claro que sí! Tú sabes lo que dice de Dios el himno de la Sra. Eddy:

Aquí está la morada del Señor,
Su brazo nos rodea con amor”.ibid., No. 207.

Pronto pasaron las dos semanas. Y cuando los padres regresaron en avión, Anita corrió a recibirlos con una gran sonrisa.

Cuando algo se ha perdido
y no lo puedo hallar,
sé que aquí en la Mente infinita
siempre lo puedo encontrar.


(Escrito a la edad de nueve años.)

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