La electricidad, como energía material, mueve máquinas y disipa la obscuridad en nuestros hogares. Hablando desde el punto de vista humano, puede ser una fuerza constructiva cuando se la controla adecuadamente. Pero la electricidad no nos puede hacer pensar inteligentemente, como tampoco nos puede ayudar a disipar de nuestro pensamiento la obscuridad del temor, el odio, la envidia y la desesperación. El único poder que lo puede hacer es la inteligencia divina que se expresa en las verdaderas fuerzas de pensamiento o energías espirituales de la Mente.
Aunque la electricidad ha sido considerada por mucho tiempo como una energía material, su naturaleza, como una forma de consciencia ilusoria, ha sido descubierta únicamente por la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy explica en un párrafo que tiene el subtítulo marginal “Electricidad elemental”: “La electricidad no es un fluido vital, sino la forma menos material de consciencia ilusiva, — un estado material, que carece de inteligencia y no forma eslabón alguno entre la materia y la Mente y que se destruye a sí mismo”. Y agrega: “La electricidad es el excedente violento de la materialidad, que falsifica la verdadera esencia de la espiritualidad o verdad, — siendo la gran diferencia que la electricidad no es inteligente, mientras que la verdad espiritual es Mente”.Ciencia y Salud, pág. 293;
La electricidad, entonces, desde el punto de vista de la Ciencia Cristiana, representa un falso estado de pensamiento producido por la llamada mente mortal, que falsifica las verdades espirituales del ser tal como existen en la Mente divina. También representa la influencia del magnetismo animal que es tan característica del proceso de pensamiento de la mente carnal.
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