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Cómo estudio la Lección-Sermón

Se le pidió a varios activos trabajadores Científicos Cristianos que nos escribieran, relatándonos cómo estudian la Lección-Sermón semanal con el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Siguen a continuación extractos de algunas cartas.

Cómo estudio la Lección-Sermón

Del número de febrero de 1975 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La primera vez que oí mencionar las palabras contenidas en una Lección-Sermón yo era una oyente ajena a la Ciencia Cristiana. Había sido criada como una devota anglicana, mi padre era clérigo de la iglesia de Inglaterra. Creo que nunca había oído el término “Ciencia Cristiana” hasta que, en mi adolescencia, visité a varios amigos de universidad durante las vacaciones de verano; me invitaron a unirme al grupo que leía la lección cada mañana. La curiosidad me impulsó a aceptar esta invitación, y mientras escuchaba, me impresionó su lógica. En vez de pedirme que creyera en un dogma, he aquí algo que debía ser practicado y vivido. Y desde ese instante la Lección-Sermón comenzó a cambiar mi vida.

El segundo paso siguió tan pronto como adquirí el libro de texto y comencé el estudio de la lección por mi cuenta. Debido a la oposición de mi familia, me vi obligada a ocultar los libros y a leerlos secretamente. Lo único que pude hacer fue leer una sección por día, lo que me inspiraba constantemente, y acrecentó mi convicción de que la Ciencia Cristiana era una religión para ser practicada. Aprendí que lo importante no era cuánto podía leer sino el enfoque y la receptividad al mensaje idóneo que me traía cada día.

A esta experiencia, como en las catacumbas, siguió la tercera etapa cuando pude ir a la Escuela Dominical. Fue entonces que comencé a estudiar la Lección-Sermón como estudiante, acumulando preguntas para ser formuladas y encontrando respuestas a las preguntas que se me hacían en clase. Así adquirí el hábito de preguntarme, “¿por qué?” o “¿cómo?”, concerniente a declaraciones e incidentes en la lección, y al encontrar las respuestas constantemente descubría nuevos aspectos de la Ciencia Cristiana.

He aquí algunas facetas prácticas que me fueron útiles en la investigación. Es esencial un buen conocimiento de antecedentes generales de la Biblia; existen varios libros que dan esta información. Encuentro muy útil continuar la completa historia bíblica cuando se cita sólo una parte en la lección, y comparar también los diversos relatos en los cuatro Evangelios acerca de la misma narración. Un buen libro sobre comentarios y un diccionario bíblico son necesarios para encontrar el significado de las costumbres hebreas. A menudo el estudio aporta mucha claridad al descubrir el significado de nombres de pila y de otras palabras en hebreo y en griego.

Es importante familiarizarse con las explicaciones de la Sra. Eddy sobre varios versículos bíblicos y con el Glosario en Ciencia y Salud. Otro elemento esencial es un buen diccionario etimológico para conocer la raíz y el origen de una palabra, y no meramente su uso corriente. Esto frecuentemente esclarece la selección que la Sra. Eddy hace de los términos que emplea.

La Lección-Sermón generalmente tiene una estructura bien definida, y puede ser de provecho utilizar las subdivisiones como base para el estudio detallado de palabras o conceptos reveladores. Pero me parece un error dejarse mesmerizar por la estructura, — la lección no es un acertijo que deba solucionarse intelectualmente. Cada día trae un mensaje especial para cada uno de nosotros, y éste puede venir de un modo harto diferente al plan de la lección.

Leo, pues, con la expectativa de lograr nuevos descubrimientos, y con la convicción de que ésta es la Palabra de Dios, viva y eficaz, respondiendo a todas las necesidades que surgen diariamente.

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