Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

“Caminaré en la fortaleza de Jehová el Señor”

Del número de enero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En la Ciencia Cristiana aprendemos que la fortaleza está al alcance de todos. Proviene de la fuente divina, de Dios, que es la Mente, la única Mente perfecta. Puesto que Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza, como la Biblia nos dice, el hombre, en realidad, expresa todas las cualidades de Dios. Está dotado por Dios de cualidades divinas tales como inteligencia y sabiduría, poder espiritual, vitalidad, vigor y completa libertad de movimiento. A medida que comprendemos estos hechos espirituales, ellos se van manifestando en nuestra experiencia humana. Expresamos mejor discernimiento, más vitalidad, perspicacia, así como la habilidad para exceder nuestras capacidades acostumbradas. Podemos decir con las palabras del Salmista: “Caminaré en la fortaleza de Jehová el Señor”. Salmo 71:16 (según la versión King James de la Biblia);

Hoy en día mucha gente se pregunta cómo pueden enfrentar las presiones de la vida moderna, cómo pueden superar la fatiga, la debilidad y el cansancio. Los medios de información ofrecen muchos remedios materiales para la pérdida de fuerza y de energías, y si no tenemos cuidado estamos propensos a aceptar la debilidad o el agotamiento como si fuesen una fase normal de la experiencia humana. Algunos individuos pueden creer que debido a la herencia, a enfermedades o a accidentes, no tienen suficiente fuerza. Pero la Ciencia Cristiana muestra que la debilidad puede ser superada por medio de la comprensión espiritual y una fe radical en la omnipotencia de Dios. Aprendemos que la fuerza es realmente una cualidad de Dios, la Mente omnipotente. No está en la materia ni es de la materia. No es algo físico. En realidad, es ese vigor incontenible y esa vitalidad desbordante que caracterizan la Vida que es Dios. La Biblia indica de muchas maneras la naturaleza espiritual de la verdadera fuerza. En Isaías leemos: “Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”. Isa. 40:31;

La fuerza es realmente el don que Dios le da al hombre. En realidad, el hombre a la semejanza de Dios incorpora y expresa todas las cualidades de Dios, y esto incluye vitalidad y resistencia ilimitadas. Por lo tanto la materia, o el cuerpo físico, no puede dictar condiciones al hombre creado por Dios. El hombre real es espiritual y perfecto, la emanación de la Mente infinita. La Sra. Eddy escribe: “Todo ser verdadero representa a Dios y está en Él. En esta Ciencia del ser, es tan imposible que el hombre retroceda de la perfección o que se desprenda de ella, como que su Principio divino o Padre caiga fuera de Sí mismo en algo menos que la infinitud. El verdadero yo del hombre, o sea su individualidad espiritual, es bondad”.No y Sí, pág. 26;

Dios es la Vida eterna, o Mente. Es el eterno Yo Soy, auto-existente y completo en Sí mismo. No hay interrupción de la Vida divina, ni colapso de la Mente omniactiva. El hombre coexiste con Dios. Es imposible que sea separado de la perfección o que “se desprenda de ella”, porque Dios mantiene su ser en toda perfección y fuerza inagotable. El hombre es el reflejo de Dios. Expresa la actividad permanente y pacífica a través de la cual el Alma manifiesta su bondad, belleza y gloria infinitas. El Alma revela la naturaleza ilimitada del ser, incapaz de experimentar debilidad, frustración, o fracaso.

Dios es Amor. Lo que el Amor conoce constituye el ser del hombre, su armonía y su salud. Lo que el Amor no conoce no puede ser expresado por el hombre. Todo lo que el Amor, Dios, conoce o de lo que tiene consciencia constituye su manifestación infinita, y esta manifestación es el Cristo, la verdadera idea de Dios y de Su universo de ideas espirituales. Toda la vida y el ser del hombre están escondidos por completo con Cristo en Dios Al comprender la indestructible naturaleza espiritual de nuestro ser en Cristo, podemos decir con Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filip. 4:13; Deberíamos esforzarnos cada día por comprender la vigorizante presencia del Cristo, que da energías al pensamiento humano por medio de su inspiración divina. El reconocimiento por medio del Cristo de la unidad inseparable del hombre con Dios, es una fuente inagotable de fortaleza.

La Biblia nos exhorta a tener la Mente que estaba también en Cristo Jesús (ver Filip. 2:5 — versión King James de la Biblia). La vida del Maestro, dedicada al servicio de Dios, mostró que es natural que esperemos recibir fuerza y apoyo de nuestro Padre celestial, la Mente divina. En el reino de las ideas espirituales de la Mente no hay agotamiento ni frustración, sino una actividad espiritual constante, manifiesta en el desarrollo de ideas correctas, que aseguran una acción saludable y armoniosa, y renovación y lozanía continuas. La Sra. Eddy explica en Ciencia y Salud cómo este gobierno de la Mente puede ser demostrado en nuestra vida diaria: “El remedio científico y permanente para la fatiga es aprender el poder de la Mente sobre el cuerpo o sobre cualquier ilusión de cansancio físico, destruyendo así esta ilusión, porque la materia no puede estar cansada y agobiada”.Ciencia y Salud, pág. 217;

La Ciencia Cristiana hace una diferencia entre la Mente divina, o Dios, y la llamada mente mortal o carnal. La mente mortal es la creencia falsa de que hay una mente aparte de Dios, una falsificación de la Mente divina. La mente mortal arguye que el hombre tiene una identidad aparte de Dios, el bien infinito, una identidad susceptible de pecar, enfermar, y morir. La debilidad, el agotamiento, la falta de vigor, el cansancio y la fatiga sólo existen en la llamada mente mortal.

Ciencia y Salud nos aclara este punto: “Decís: ‘El trabajo me fatiga.’ Pero, ¿a qué se refiere este me? ¿Al músculo o a la mente? ¿Cuál es el que está cansado y habla así? Sin la mente, ¿podrían los músculos estar cansados? ¿Hablan los músculos, o habláis vosotros por ellos? La materia carece de inteligencia. La mente mortal es la que habla erróneamente; y lo que afirma el cansancio, produjo ese cansancio”.ibid., págs. 217–218;

Cuando consideramos a Dios como la única causa y creador, y comprendemos la perfección y la armonía de nuestra verdadera identidad como el reflejo de la Mente divina, comenzamos a expresar nuestra fuerza y habilidad dadas por Dios. El hombre está eternamente mantenido por Dios y no se encuentra a merced de los músculos y los nervios. Ninguna condición material ni la tensión de la vida moderna puede agotarlo. La ley de Dios lo mantiene en la realidad sin disonancia y en el ritmo inquebrantable del ser armonioso, en el que no existen fricciones. Cuando reconocemos a Dios, la Mente divina, como la verdadera fuente de fortaleza y dejamos que Su ley de armonía nos gobierne constantemente, tenemos la fuerza que necesitamos cuando la necesitamos.

Cristo Jesús reconoció a Dios como su Padre, como la fuente infalible de todo el ser, como la acción y la fortaleza del hombre. Reconoció al Espíritu como la única consciencia, y este reconocimiento lo capacitó para probar que el hombre es eternamente libre de la acción destructiva de la mentalidad material. El Maestro dijo una vez: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Juan 11:25; Dijo esto cuando iba en ayuda de su amigo Lázaro, a quien luego resucitó de los muertos. No en algún futuro distante, sino aquí y ahora mismo, el Cristo es nuestra resurrección y nuestra vida. El Cristo libera nuestro pensamiento y hace que resucite de la creencia de vida en la materia. El Cristo es el poder infalible y eterno de Dios, el Padre, que nos ama. El Cristo siempre es instantáneo. No necesita tiempo para hacerse sentir o conocer. El Cristo está siempre activo, siempre presente, es siempre poderoso. Al sanar al enfermo y al pecador, el Cristo demuestra el hecho de que la discordancia nunca fue real y que la perfección nunca se perdió.

Abramos nuestro pensamiento al tierno ministerio del Cristo sanador. Nuestra aceptación de la idea divina nos trae crecimiento en comprensión espiritual, un sentido consciente de la fortaleza infinita de Dios, una comprensión de Su amorosa presencia y de Su solicitud por Su idea, el hombre. Como Isaías lo expresó: “Ciertamente, dice uno, en Jehová tengo justicia y fortaleza”. Isa. 45:24 (según la versión King James de la Biblia).

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 1976

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.