¿Con qué frecuencia tienen resultado inmediato los tratamientos que nos damos a nosotros y a los demás por medio de la oración? Y de estos, ¿cuántos de ellos traen curación instantánea? ¿Parecen lentos algunos de nuestros resultados en nuestra práctica de la Ciencia Cristiana y posiblemente atribuibles a “causas naturales” en lugar de que estos resultados sean rápidos y que destruyan definitivamente las llamadas leyes de la causalidad material?
No deberíamos titubear en evaluar nuestros resultados en la curación. Nuestra necesidad bien podría ser hacernos la simple, pero fundamental, pregunta: ¿Entendemos realmente qué es lo que cura? Si podemos contestar a esta pregunta en términos simples y directos, podemos ser verdaderamente eficaces en nuestro trabajo sanador.
Podemos empezar por descartar la opinión que aún prevalece de que la Ciencia Cristiana es meramente un sistema de curación que actúa por medio del poder de la mente sobre la materia. En ningún lugar del libro de texto, Ciencia y Salud, la Sra. Eddy dice que es la mente humana la que cura. Ella escribe: “La mente humana carece de poder para matar o sanar, y no tiene dominio sobre el hombre de Dios”.Ciencia y Salud, pág. 151; La Biblia dice claramente que el poder de Dios es el poder que sana: “Yo soy Jehová tu sanador”. Éx. 15:26;
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