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Conozca a mi mejor amigo

Del número de enero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mientras cursaba mis estudios secundarios tuve la maravillosa experiencia de hacerme de “mi mejor amiga”. Juntas íbamos al teatro y a los bailes, nos confiábamos nuestros secretos, compartíamos nuestras opiniones acerca de nuestros pretendientes, intercambiábamos chistes y, verdaderamente, disfrutábamos de nuestra mutua compañía.

Sin embargo, en segundo año de secundaria, mi amiga se hizo socia de un club al cual yo no me uní. Esto me abrumó. Se rodeó de nuevas amistades. En algo era diferente a mí. Ya no podía conversar con ella con entera libertad. Me sentí perdida. ¿Cómo podría nuevamente tener una gran amiga como ésta?

Desde entonces he aprendido que tenemos muchos amigos en nuestra vida. En determinados momentos ellos necesitan seguir su camino y nosotros el nuestro, pero la verdadera amistad jamás se destruye. ¿Por qué?

Hace poco comencé a reconocer que en verdad Dios es mi mejor amigo. Toda verdadera amistad entre las personas es, en realidad, Su amor que se prodiga en la expresión humana, y al percatarnos del origen de ese amor, éste nunca se agota. A veces lo vemos encauzado por vías diferentes, pero el amor nunca cesa.

Algunos jóvenes han sido buenos amigos, y el año pasado tuve uno muy especial. Llegué a considerarlo mi novio, y mi mejor amigo. Pensaba cuán perfecto era todo esto — era mi concepto de una relación perfecta. Tenía todavía mucho que aprender. Era una relación muy buena en lo que respecta a compartir y aprender, pero debido a que lo consideré mi mejor amigo, paulatinamente comencé a deificar sus palabras, sus actos, en fin, todo. Me estaba olvidando del primer mandamiento, “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. Éx. 20:3; No estaba poniendo a Dios en primer lugar. No me di cuenta de que lo había hecho hasta que algo no marchó bien, pues el gozo desapareció, la inspiración se perdió, y luego mi amigo se fue.

Pero, ¿se había ido en realidad mi mejor amigo? ¡Por cierto que no! ¿Quién, pues, es mi mejor amigo? Solamente Dios puede ser un amigo fiel. Ningún amigo puede estar con nosotros en todo instante del modo que Dios está con nosotros. Esto no significa que Dios es un gran ser humano, por el contrario, Él es nuestro Padre-Madre que todo lo sabe, que provee todo lo que necesitamos, incluso la necesidad de compañerismo. Con Dios nunca nos sentimos solos. Jamás carecemos de dirección. La inspiración espiritual que Él nos prodiga nos guía y nos protege. Todo lo que necesitamos hacer es escuchar a nuestro mejor amigo.

Por supuesto que es importante que tengamos también buenos amigos en la experiencia humana. Mas no debemos confundirnos y deificar a estos amigos. ¿Qué podemos esperar de ellos? La verdadera amistad que permite a cada uno alcanzar el máximo de sus posibilidades. ¿Qué podemos esperar de nosotros mismos? Considerar a nuestros amigos como verdaderamente los hijos de Dios y regocijarnos al ver cómo progresan al expresar su verdadera identidad. Somos verdaderamente amigos cuando albergamos el pensamiento más elevado y caritativo que somos capaces de sentir por los demás.

En cierta ocasión un buen amigo y yo estábamos trabajando en algunos proyectos de la universidad relacionados con la Organización de la Ciencia Cristiana en el ámbito estudiantil, y con la revista anual de la universidad. Pero una tarde sentimos la presión de cumplir con las fechas de plazo para diversos trabajos, y entonces me pareció que él se había vuelto una persona agresiva, arrogante, irracional, y para colmo de todo esto, al día siguiente yo tenía una importante cita con él. Yo esperaba perfección en la mortalidad, perfección que coincidiera con los conceptos humanos que yo tenía acerca de él. Tenía que cambiar estas ideas. Tenía que cambiar mi pensamiento por otro más espiritual, que se ajustara al concepto que Dios tiene de él. Un pensamiento que me fue de mucha ayuda es parte de la definición que la Sra. Eddy da acerca de la Mente: “No aquello que está dentro del hombre, sino el Principio divino, o Dios, de quien el hombre es la expresión plena y perfecta; la Deidad, que delínea, pero no es delineada”.Ciencia y Salud, pág. 591;

Reconocí que la percepción correcta acerca de mi amigo no se basaba en una estructura física alta, bien parecida, sino en las cualidades espirituales que él expresaba, tales como, el gozo, el orden, la inteligencia y el amor. Me aferré a este pensamiento y el buen éxito fue el resultado natural de ver al hijo de Dios, expresando su herencia divina. Aún conservo este amigo maravilloso.

Es esencial que nuestra aspiración sea la de mejorar cada paso de nuestro camino. Podemos confiar en que seremos buenos amigos, y ver a los demás como amigos. Al hacerlo, estamos reconociendo que Dios es el mejor amigo de todos y cada uno de nosotros. Tal vez nos sintamos guiados a saber escuchar, a brindar un pensamiento que ayude, una palabra amable, una sonrisa, o un abrazo anhelado, y seremos guiados a expresar aquello que sea amable y amistoso cuando sintamos el deseo de demostrar nuestra unidad con Dios por intermedio de nuestras amistades humanas.

A veces esto puede significar un tierno reproche donde sea necesario. “Una Regla para móviles y actos”, según la especifica la Sra. Eddy en el Manual de la Iglesia, constituye una guía muy útil. Una frase manifiesta lo siguiente: “En la Ciencia, sólo el Amor divino gobierna al hombre, y el Científico Cristiano refleja la dulce amenidad del Amor al reprender el pecado, al expresar verdadera confraternidad, caridad y perdón”.Manual de La Iglesia Madre, Art. VIII, Sec. 1;

¿Acaso esto significa que hacemos amigos más fácilmente porque Dios es nuestro mejor amigo? No nos hacemos de amigos, somos amigos en la medida que expresamos nuestra amistad con Dios. Dios es el poder creador único, y Él ha establecido la armonía en todas nuestras relaciones humanas. Es preciso que seamos receptivos a Su plan, y que lo aceptemos con gratitud.

Cristo Jesús hubiera querido que todos fueran sus amigos. No todos estaban preparados para su amistad semejante al Cristo, pero aquellos que lo estaban recibieron una bendición. Practicó los dos mandamientos fundamentales (que, en cierto sentido, resumen los Diez Mandamientos de Moisés): “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”, y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mateo 22:37, 39.

El concepto humano de “mejor amigo” a menudo implica aislamiento, porque excluye a otros de nuestro afecto. El amor de Jesús incluyó a toda la humanidad, y, ¿no constituye esto nuestro ejemplo? Si es una verdadera amistad, el bien no debe ser ni limitado ni egoísta. La amistad verdadera entre colegas, en el matrimonio, entre las personas, está fundada sobre la infinitud del Amor. Nadie queda excluido del amor de Dios.

Si aún no ha conocido usted a mi mejor amigo, le sugiero que lo haga. Dios es también su mejor amigo.

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