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LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Una serie señalando el desarrollo progresivo del Cristo, la Verdad, a través de las Escrituras.]

El Cuarto Mandamiento

Del número de enero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El estricto mandato (Éxodo 20:8): “Acuérdate del día de reposo para santificarlo”, está basado en el hecho de que el día de reposo es esencialmente el día de Dios. Los versículos 9, 10 y 11 asocian su institución con el período de seis días de la creación, o los períodos básicos delineados en el primer capítulo del Génesis, seguidos por un día séptimo, en el cual Dios reposó, o más textualmente, acabó Su trabajo. Sin embargo, en la exposición del Cuarto Mandamiento como aparece en Deuteronomio (5:12–15), el requisito de reposar el séptimo día es considerado como un eterno recordatorio de que Dios había liberado a los antepasados de los hebreos de la servidumbre en Egipto. Por lo tanto, ellos, a su vez, debían cuidar de que su reposo semanal en el día séptimo fuera compartido con sus siervos y visitantes extranjeros, y también con sus animales.

Ambos relatos concuerdan al declarar que “El séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna”. En verdad, la expresión hebrea traducida por “día de reposo” tiene el significado básico de “descanso” o “pausa”. Los hebreos observaban, y todavía observan, el día de reposo el séptimo día de la semana, que corresponde aproximadamente al sábado moderno, aunque, estrictamente, el día se cuenta desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado, de acuerdo con la reiterada afirmación en el relato de la creación de que la tarde precedió a la mañana (ver, por ejemplo, Génesis 1:5). Ciertos grupos cristianos de hoy en día también consideran el sábado como su día de reposo.

Sin embargo, con el crecimiento de la primitiva Iglesia Cristiana, pronto se puso énfasis en el primer día de la semana, asociándolo con la resurrección de Cristo Jesús y, por lo tanto, denominándolo “el día del Señor” (Apocalipsis 1:10). Y desde esa época, alrededor del final del primer siglo, la gran mayoría de las iglesias cristianas han cambiado el día semanal de reposo y de adoración ordenado en el Cuarto Mandamiento a lo que hoy llamamos domingo.

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