Se mantiene firme
como una roca de Verdad,
bañada en la luz de belleza y santidad;
como un símbolo
de firmeza, constancia, y solicitud;
como un monumento
para ser contemplado, venir a él y escalarlo.
Contemplamos el panorama
de lejos,
inclinamos nuestra cabeza
en el pensamiento,
el pensamiento que se manifiesta
en actividad
a medida que damos
los primeros pasos,
para llegar al pie
y empezar la subida.
Cada paso de la subida
es placentero
y tiene bendiciones que se vuelven
más placenteras
mientras laboramos
para rechazar las espinas
del camino hacia la cima
desde donde podemos contemplar
la claridad
de la verdad de Dios
en toda su belleza,
grandeza,
y sublimidad.
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