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¿Cómo curar un talón?

Del número de enero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Durante varios meses Juanita había estado sufriendo de una dureza que le había salido en el talón del pie derecho. Cuando caminaba de puntillas no la molestaba. Pero a veces se olvidaba y asentaba el talón, y entonces se quejaba con un “¡Ay!”

Cada vez que su mamá oía el “¡Ay!”, le decía: — Juanita, creo que es tiempo que te pongas a orar sobre esto.

Juanita sabía que su mamá se refería a que era hora que ella hiciera uso de su comprensión de la Ciencia Cristiana, la cual cura como curaba Cristo Jesús, y se liberara de esa molestia. No obstante, como no le molestaba demasiado, y estaba muy ocupada, decía: — Lo sé mamá. Lo haré, pero en este momento no tengo tiempo.

Así pasaron los días, y llegaron las vacaciones. Juanita, con su mamá, papá, hermanita y hermanito se fueron a pasarlas en la playa, como lo hacían todos los años. Siempre se divertían mucho, y Juanita había esperado ansiosamente que llegara ese día.

Era de noche cuando llegaron a la casita de verano. David se había quedado profundamente dormido en el coche. Juanita y Alma contentas se fueron a la cama después de haber ayudado al papá con las maletas y a hacer las camas. Apenas si oyeron el ruido de las olas, ellas también se quedaron profundamente dormidas.

A la mañana siguiente, después de desayunar, lavar los platos y hacer las camas, toda la familia se fue alegremente a la playa. Muy pronto Juanita se dio cuenta de que la playa no la divertía tanto como ella esperaba. Cuando caminaba sobre la blanda arena, los pies se le hundían tanto que los talones tocaban la arena a cada paso. En el mar, las olas la empujaban de un lado a otro haciéndola perder el equilibrio y acababa por caer sobre el talón dolorido. Recordó las veces que su madre le había ofrecido ayudarle a sanar esto, y ahora lamentaba no haberla escuchado.

Finalmente se sentó quieta y pensativamente por unos momentos dejando que la arena se le deslizara por entre los dedos y se preguntó: “¿Cómo puede uno curar un talón?” Sabía que Dios la amaba y que no haría nada que la hiciera sufrir. Luego notó los hoyos que sus pies habían hecho en la arena y sonrió de buena gana. ¡Había hallado la respuesta!

Recordó haber leído lo que Mary Baker Eddy dice en Ciencia y Salud: “No hay vida, verdad, inteligencia ni substancia en la materia”.Ciencia y Salud, pág. 468; Juanita se dijo: “Mi talón entonces no tiene más inteligencia para decir que siente dolor que la arena tiene para quejarse cuando caminamos sobre ella. Ambos, el talón y la arena son materia, y ni uno ni otro tiene la menor inteligencia para quejarse”.

Juanita había estado tan ocupada examinando las ideas que se le estaban presentando que no se dio cuenta de que su padre y Alma le estaban hablando hasta que una pelota de playa le rebotó en el pie.

— Eh, soñadora, ¿quieres jugar a la pelota? — preguntó su papá.

— Sí, por cierto, — respondió Juanita, poniéndose de pie. Corrió por la playa, diciéndose con firmeza que no se dejaría engañar más por el dolor.

Al comienzo no le fue fácil dejar de creer que el pie le dolía, pero continuó haciéndose recordar que el pie no tenía más inteligencia para quejarse que la arena. Muy pronto se olvidó del pie.

Esa noche cuando Juanita se lavó los pies antes de acostarse notó que la dureza había desaparecido. No había ni tan siquiera la menor señal de ella. Corrió a sus papás para que vieran. Se sentía algo como el hombre en la Biblia que era cojo al cual Pedro sanó y que “entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios”. Hechos 3:8.

—¡Mira, mamá, — dijo animadamente — ha desaparecido completamente! Esta mañana en la playa me molestaba mucho, de modo que decidí que era hora de no dejarme engañar más.

La mamá le dio un gran abrazo. — Me siento muy agradecida — dijo.

— Yo también lo estoy — añadió Juanita. ¡Voy a contárselo a mi maestra de la Escuela Dominical! Ella siempre nos dice que la Ciencia Cristiana puede sanarlo todo, pero que nos toca a nosotros probarlo. Ella se rió. ¡Qué sorpresa tendrá cuando le diga que yo probé que podía sanar un talón!

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