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La provisión y no el dinero

Del número de enero de 1976 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Le falta dinero? La Ciencia Cristiana
Christian Science: Pronunciado Crischan Sáiens. puede revolucionar nuestra actitud hacia el dinero aclarando cuáles son nuestras verdaderas necesidades y luego mostrando aquello que legítimamente las satisface.

Al destruir la influencia que el dinero (o la falta de él) pueda tener sobre nosotros, es bueno aclarar una conclusión común que causa confusión: que la provisión es dinero y que el dinero es provisión. La Ciencia Cristiana hace una distinción muy significativa y práctica entre los dos. El aclarar este punto nos ayuda en nuestra demostración de provisión.

La provisión es espiritual, expresada en ideas. Estas ideas vienen del Espíritu, que es el bien infinito, y son reveladas por el Cristo. La provisión está tan cercana como nuestra comprensión de las ideas espirituales de Dios, y tan próxima como la presencia de Dios. Para el sentido espiritual la substancia es indivisible y eterna. No es algo que se puede expresar numéricamente.

Por el contrario, el dinero es divisible, limitado y se puede perder. A lo sumo, puede evidenciar nuestra comprensión de la provisión, pero nunca es la provisión en sí misma. Puede ser calculado. Y el cálculo de nuestro dinero puede sugerir que tenemos muy poco; o, en algunos casos, demasiado. Puesto que la provisión es espiritual y no se puede medir, no tendría sentido que pretendiéramos tener muy poco o en demasía. En la creación como se describe en el comienzo del Génesis, el hombre es completo, está satisfecho y provisto de todo. Es el hombre “adánico”, que aparece en el segundo capítulo, el que experimenta la escasez, desde el momento mismo de la creación falsa. Si experimentamos escasez debe ser porque estamos aceptando la ilusión mesmérica de que somos el hombre adánico condenado a cultivar la tierra que nunca es lo suficientemente productiva. Este hombre creado por un falso concepto se encuentra en un círculo vicioso de carencia innata — ¡cuanto más trata de avanzar, más se estanca!

Afirmar que estamos sufriendo por la falta de dinero es simplemente una forma de decir que no estamos reconociendo lo que en verdad somos. El hombre, como hijo de Dios, es la expresión de Su substancia y provisión. El hombre semejante a Adán es el resultado de la mente mortal y se encuentra siempre en un grado de escasez.

La falta de dinero puede atribuirse a insuficiencias previas, posiblemente a falta de confianza, de sabiduría, de responsabilidad o de generosidad. Pero sea cual fuere la forma en que aparece, la escasez proviene de una deficiente comprensión de Dios y el hombre como Su total expresión. El Salmista promete: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón”. Salmo 37:4; La escasez implica que hay un lugar en donde Dios no está. No hay escasez de nada real o bueno en donde Dios está. La Ciencia Cristiana nos permite probar que no hay un lugar en donde Dios no está.

Las verdades espiritualmente científicas sobre la provisión no anulan la necesidad de dinero que tienen muchos seres humanos, que es fundamental para comprar y vender. Pero sí pueden cambiar nuestra relación con él, de la subordinación al dominio. A medida que comprendemos la provisión, abandonamos progresivamente la creencia general de que nuestro bienestar verdadero depende del apoyo del dinero. Vemos que el bienestar está incluido en nuestra naturaleza como la expresión del Espíritu.

Como ideas de Dios tenemos incluida en todo momento la provisión, aun cuando las apariencias humanas — incluso el saldo de nuestra cuenta bancaria — puedan estar indicando escasez. Podemos insistir en nuestra provisión legítima ahora, porque en verdad ella forma parte de nosotros. No es algo ajeno a nosotros. Esta convicción satisfará nuestro pensamiento y se expresa poniendo a nuestro alcance todo lo que nos haga falta. Al tener un mejor entendimiento de lo que es la provisión, puede ser que no tengamos más dinero pero sí que estemos más conformes con un nivel de vida más sencillo. Y tenemos sabiduría divina para administrarlo inteligentemente.

Sabiendo que la fuente de la sabiduría es la fuente de la provisión, cada vez que firmamos un cheque podemos recordar que nuestra substancia no se agota por esa expresión de sabiduría. Y cuando depositamos un cheque en nuestra cuenta, podemos afirmar que nuestra verdadera substancia no está aumentando. Si la escasez es el resultado de que alguien no nos haya pagado una deuda, esto puede ser la consecuencia de no haber entendido que los demás, como nosotros mismos, tienen substancia ilimitada. Aun cuando no le demos tratamiento metafísico que no ha pedido el deudor, podemos reconocer que el Principio divino gobierna al hombre. Esto anula el argumento del sentido material de que el dinero de uno es provisión y que se puede conservar reteniéndolo injustamente.

A menudo oímos decir a la gente: “¡El dinero habla!” El dinero no habla, aunque a veces lo escuchamos como si lo hiciera, preguntándole a nuestro dinero — en lugar de a la Mente, Dios — si podemos tener las cosas que necesitamos. Pero la Mente sí habla. Nos dice de nuestra inestimable substancia. La Mente nunca nos dice que somos pobres sino que siempre tenemos todo en abundancia. Mary Baker Eddy declara en el libro de texto de la Ciencia Cristiana: “La Mente divina que creó al hombre, mantiene Su propia imagen y semejanza”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 151. ¡Qué confianza nos da esta afirmación!

Tener un sentido de limitación significa que aún estamos mirando la provisión a través de la estrecha visión del sentido material, enfocándolo aún en el dinero. Dejemos de lado lo que restringe nuestra visión y miremos a través de la amplia ventana de la Ciencia. Por más austero que parezca nuestro ambiente o por muy difíciles que parezcan las circunstancias, nunca nos deberíamos dejar mesmerizar por la creencia de que puesto que hay una limitación de dinero hay una limitación de substancia. Jamás ha habido una limitación de Dios en toda la eternidad, por consiguiente, jamás una limitación del bien. Aceptar sin resistencia esta verdad es el paso más provechoso: termina con la pobreza y podemos dar ese paso hoy mismo.

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