La Ciencia Cristiana apoya totalmente el sacramento del bautismo. Cada motivo correcto que abrigamos, cada voto que hacemos y renovamos para dedicarnos a Dios, hace que nos fortalezcamos espiritualmente. La Iglesia de Cristo, Científico, elimina el ritual en un esfuerzo deliberado por poner énfasis en los requisitos espirituales permanentes para la cristianización individual que es obligación de cada hombre, mujer y niño. La participación activa en esta iglesia requiere que el Científico Cristiano ratifique perpetuamente y ponga en práctica su decisión individual de ser bautizado — simbólicamente, nacer de nuevo.
Si bien Cristo Jesús aceptó para él la ceremonia del bautismo de acuerdo con la costumbre de su época, no hay nada que nos indique que él celebró alguna ceremonia de bautismo cuando eligió a sus discípulos. Sus enseñanzas dicen claramente que todos podemos expresar continua y libremente la naturaleza eterna, impersonal, redentora y sanadora del Cristo, la Verdad, que él enseñó y practicó. Inmediatamente antes de su ascensión, él les prometió a sus seguidores: “Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo”. Hechos 1:5; La Sra. Eddy hace esta observación: “La purificación o bautismos por el Espíritu, desarrollan, paso a paso, la semejanza original del hombre perfecto y borran la marca de la bestia”.Escritos Misceláneos, pág. 18;
El bautismo, según lo explica la Ciencia Cristiana, no perfecciona al hombre. El hombre ya es perfecto. El bautismo nos despierta del sueño de Adán de imperfección. Corrobora y demuestra la pureza inmaculada del hombre perfecto de la creación de Dios. La verdad de que el Espíritu, Dios, el bien, es Todo-en-todo excluye toda posibilidad de que pueda existir alguna realidad aparte del bien y de la bondad. En la Ciencia Cristiana el bautismo no incluye la inmersión en agua ni el echar agua. Todo su énfasis está en la espiritualización continua que guía hacia Dios. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Nuestro bautismo es una purificación de todo error. Nuestra iglesia está construida sobre el Principio divino, el Amor. Podemos unirnos a esta iglesia sólo a medida que nazcamos de nuevo en el Espíritu, que alcancemos la Vida que es Verdad y la Verdad que es Vida, produciendo los frutos del Amor, — echando fuera el error y sanando a los enfermos”.Ciencia y Salud, pág. 35;
¿Cómo podemos entender mejor el nuevo nacimiento espiritual? ¿Cómo podemos nutrir mejor el madurar del nuevo nacimiento espiritual? ¿Cuál es la mejor forma de alentar la manifestación de la identidad espiritual que emerge progresivamente del bautismo? Por medio del entendimiento espiritual podemos abandonar toda creencia en el error y despertar a la semejanza de Dios.
Dios hace que toda la creación — todas las identidades espirituales — reflejen la frescura y continuidad de la pureza misma. Dios, el Alma inmaculada y la Vida exenta de muerte, trae renovación de vida — el cielo mismo — a cada instante. En la proporción en que no reconozcamos ni aceptemos otra consciencia del ser, participamos de refrigerio espiritual y de renovación. Somos bautizados.
Si deseamos estar más conscientes de las constantes bendiciones del bautismo, armonizar devotamente con la omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia de la santidad divina, podemos en este respecto disciplinar nuestros pensamientos de manera eficaz. Podemos hacernos más receptivos al bautismo mediante el estudio profundo de las enseñanzas de la Biblia y de Ciencia y Salud. El estudio devoto de la Ciencia Cristiana ofrece acceso continuo al bautismo del Espíritu — un bautismo apoyado por la práctica de la Ciencia Cristiana.
A través de la práctica de la Ciencia Cristiana nacemos de nuevo y reconocemos nuestro lugar en la familia del hombre a la semejanza de Dios, familia que es inseparable de la Iglesia de Dios, la estructura divina. Dondequiera que el arrepentimiento, la reforma moral y la regeneración espiritual abran los canales de la espiritualidad, el bautismo restaura a la vista humana la pureza inherente de la santidad, una cualidad constante de Dios que el hombre refleja.
Si usted anhela empezar de nuevo, sin ser estorbado por los puntos de vista falsos del pasado, está en libertad de hacerlo. El Amor divino lo sanará, redimirá y exaltará en el grado y con la frecuencia con la que su corazón se abra para recibirlo. Dios proporciona oportunidades perpetuas para el bautismo. Él renueva y revela la gracia inefable, suministrando copiosamente todo lo que necesitamos. La rectitud moral nos une a Dios, la fuente de todo el bien. Pero si Dios no preservara por siempre intactas las cualidades inmortales de la pureza y la santidad, ¿podría siquiera la reforma mortal más sincera lograrlas o mantenerlas?
La integridad siempre está intacta. Independientemente de lo que el sentido material pueda haber tentado a alguien a creer, la verdadera individualidad del hombre — la única individualidad que Dios, el único creador, ha creado, esa misma individualidad que la regeneración espiritual muestra que nos pertenece — nunca puede defraudar a Dios o no alcanzar la bendición divina. Ni siquiera en creencia podemos recaer fuera del consuelo y del rescate del Amor que está siempre presente y lo incluye todo.
Siempre se nos puede asegurar que somos los amados hijos de Dios. En todo momento necesitamos y estamos prontos para el bautismo. Quienquiera que crea que ha borrado el pasado y empezado de nuevo puede reclamar inspiración constante para mantenerlo así. Como viene de Dios, el bautismo promete más que una oportunidad para el perfeccionamiento de sí mismo. El bautismo trae siempre a luz la perfección pura misma.
Si somos honestos, sin duda admitiremos que nuestra respuesta a las demandas del bautismo espiritual es débil e inconstante. ¿No debiéramos acaso aspirar a un discipulado más consistente y constante, que llegue más allá de una redención parcial y personal?
¿Cuán cerca estamos de aceptar el bautismo a cada instante? Las Bienaventuranzas nos ofrecen una ecuación con la cual podemos poner a prueba nuestra fidelidad. Jesús dijo: “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”. Mateo 5:8; Y una de las epístolas nos recuerda: “Todas las cosas son puras para los puros”. Tito 1:15;
En realidad, entonces, el bautismo no es ni un hecho pasado que presupone que ahora somos mortales sin pecado ni un requisito futuro para los que ahora se presume son mortales pecadores. El hombre emana de Dios, y la purificación o el progreso espiritual en nuestra experiencia deriva de Dios. Este progreso verdadero nos incluye, nos interesa v nos compromete.
Continuamente necesitamos y queremos lo que Dios imparte constantemente. El caudal bautismal de verdad y de amor que nos viene de Dios, protege y nutre el despertar de nuestra consciencia a través del nuevo nacimiento espiritual. En la realidad espiritual, cada individuo es feliz y armoniosamente adaptado para reflejar los conceptos comprendidos en la idea de Iglesia, y los refleja. La comprensión de esto en el nivel humano, se manifiesta por medio de actividades y asociaciones espiritualmente productivas que podemos compartir con nuestro prójimo. El Apóstol Pablo escribió: “[Hay] un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos”. Efes. 4:4–6;
A medida que persistentemente volvemos nuestro pensamiento a Dios, Él nos bautiza, nos revitaliza y santifica, trayendo a luz nuestra individualidad e identidad pura y perfecta. Momento a momento, pensamiento por pensamiento, podemos elegir contestar el llamado de la Sra. Eddy: “Oh Científico Cristiano, tú que perteneces a la iglesia de los que han nacido de nuevo, despierta a un amor más elevado y santo por Dios y el hombre; revístete de todas las armas de la Verdad, regocíjate en esperanza, sé paciente en las tribulaciones, — a fin de que puedas acudir al lecho del que sufre y, ceñido de un sentido más elevado de la omnipotencia, mirar este sueño de vida en la materia, y contemplar una vez más el poder que poseen la Vida y el Amor divinos para sanar al hombre y restablecerlo a la propia imagen y semejanza de Dios, teniendo ‘un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo’ ”.La idea que los hombres tienen acerca de Dios, pág. 14.