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LA CONTINUIDAD DE LA BIBLIA

[Serie de artículos que indica cómo se ha revelado progresivamente el Cristo, la Verdad, en las Escrituras.]

Isaías de Jerusalén

Del número de noviembre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


“El libro del Profeta Isaías”, como se lo denomina en la versión King James de la Biblia, tiene gran importancia y significado. La mayoría de eruditos sostienen que versa sobre un amplio período de la historia y del progreso espiritual del pueblo hebreo durante tres siglos llenos de acontecimientos. Por esto se piensa que representa la labor de por lo menos tres destacados autores.

Hay pocas dudas respecto a la identidad, época y antecedentes del autor original, cuyo nombre fue finalmente vinculado a todo el libro: “Isaías hijo de Amoz” (Isaías 1:1). Nació y se crió en el reino de Judá, y llevó a cabo la mayor parte de su actividad literaria y profética en las cercanías de Jerusalén. De ahí que se lo describa como Isaías de Jerusalén o primer Isaías, el autor de la mayoría de los capítulos 1 al 39.

Isaías hijo de Amoz fue contemporáneo de Amós, Oseas y Miqueas. Los cuatro vivieron en Palestina en el siglo ocho a. C., aproximadamente dos siglos antes de que el pueblo judío fuera desterrado de Palestina a Babilonia. Éste fue un período de aflicción y prueba, que Isaías previó y predijo, aunque ni él ni sus compañeros profetas lo vivieron personalmente.

El autor de la segunda parte principal del libro de Isaías es un autor anónimo, que vivió y escribió, no en Palestina misma, sino en la lejana Babilonia como a mediados del siglo seis a.C. Para diferenciarlo del primer Isaías es común referirse a esta persona tan intensamente espiritual, quien contribuyó con los capítulos 40 al 55 del libro, llamándolo Isaías del exilio o segundo Isaías.

Se le atribuyen a un tercer escritor, o grupo de escritores, generalmente llamado tercer Isaías (capítulos 56 al 66), los capítulos finales de este notable libro. Se refieren a los problemas de la reconstrucción y renovación de Palestina misma después que la mayoría de los desterrados regresaron a su tierra natal, encontrándola en su mayor parte desolada.

Debido a la diversidad de antecedentes y enfoques demostrados por los que contribuyeron a este libro de Isaías, y a los diferentes siglos en los que realizaron su labor, se acostumbra considerar que sus aportes forman tres partes distintas del libro. Los enfocamos aquí en orden cronológico.

Al comienzo de su relato, Isaías de Jerusalén identifica la época de su trabajo mencionando que llevó a cabo sus actividades durante los reinos sucesivos de cuatro reyes de Judá: “Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías” (1:1). La disposición de Urías, el sumo sacerdote, para actuar como testigo a su favor (8:2) indica la posición social del profeta.

Isaías relata (6:1) que recibió su llamado a predicar durante una visión que vino a él en el templo de Jerusalén “en el año que murió el rey Uzías” (alrededor del 742 a.C.), confirmando así el comienzo de su carrera a mediados del siglo ocho a.C., carrera que iba a continuar durante unos cuarenta años.

No solamente Isaías de Jerusalén fue contemporáneo de Amós y de Oseas, sino que compartió con ellos los problemas que tenían que enfrentar en el reino del norte, o sea, en Israel: el materialismo, el sensualismo, el lujo desmedido. Isaías lamenta el hecho de que si bien en una época Jerusalén se había distinguido por su juicio y justicia, ahora tenía mala reputación por sus tratos con ladrones y homicidas (ver 1:21–23). Él trabajó para contrarrestar tales males, sustituyéndolos con el crecimiento espiritual y la expectativa mesiánica.


Bienaventurado el que tú escogieres
y atrajeres a ti,
Para que habite en tus atrios;
Seremos saciados
del bien de tu casa,
De tu santo templo.
Con tremendas cosas nos responderás tú en justicia,
Oh Dios de nuestra salvación,
Esperanza de todos
los términos de la tierra,
Y de los más remotos confines del mar.

Salmos 65:4, 5

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