El tratamiento en la Ciencia Cristiana no consiste en querer que una persona enferma esté bien. Consiste en saber que la voluntad de Dios, el bien infinito, siempre se está llevando a cabo y que, por lo tanto, no hay, en realidad, enfermedad ni dolencia ni nadie que necesite de curación. Únicamente existe Dios, el bien, y Su perfecta manifestación.
Dios es Principio divino, perfecto, inmortal, la Mente inmutable, el creador del universo verdadero y espiritual, incluso el hombre. El universo de Dios no puede cambiar del bien al mal. Su voluntad es ley divina.
La voluntad de Dios es que Su idea, el hombre, manifieste invariablemente inteligencia y la consciencia verdadera que asegura salud perfecta. Su voluntad es que el hombre individual sea invariablemente completo, saludable, progresivo, brillantemente talentoso.
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