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El Principio divino eternamente operativo

Del número de diciembre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Muchos de los temores de la humanidad se derivan de las falsas creencias que se abrigan acerca de la vida, sustancia y el cuerpo; acerca de la causa y el efecto. La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) viene a disipar estos temores. Instruidos en la verdad del ser, que incluye la realidad del Espíritu, Dios, y Su relación con Su creación espiritual, los hombres pueden demostrar su filiación con Dios y, como lo enseña la Biblia, ser salvados de la creencia en el mal. Comprender que Dios es el Principio divino, la única causa y el único creador, nos libera de la esclavitud de las creencias de la carne, incluidos la enfermedad y el pecado. El hombre, como idea de Dios, vive en la Mente. Mora por siempre en el todo armonioso reino de la Verdad y el Amor divinos, donde la enfermedad, el pecado, la limitación y los males hereditarios son desconocidos.

Dios ejerce absoluto dominio sobre Su creación y la mantiene en un perpetuo estado de perfección y bondad. Esto se demuestra claramente en la historia espiritual de la creación que se relata en el primer capítulo del Génesis: “Dijo ... Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así”. Gén. 1:9; La Palabra de Dios es viva y poderosa. Significa la actividad eterna y creadora de Dios. Dios “dijo, y fue hecho”. Salmo 33:9; Una y otra vez el primer capítulo del Génesis repite las palabras “y fue así”. La creación de Dios es una poderosa manifestación del divino Principio omnipotente, el Amor, y se desarrolla irresistiblemente de acuerdo con Su voluntad. Ninguna mentalidad humana, ni la furia del temor, ni el poder de la voluntad humana, el hipnotismo o el magnetismo animal pueden obstruir, resistir o neutralizar la operación infalible de la Mente creadora. Dios es Todo-en-todo. Él no tiene opositor, ni oposición, ni fuerza que se Le oponga.

Al explicar la relación científica entre causa y efecto, el Principio divino y su idea, Cristo Jesús dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Juan 5:17; El Maestro sabía que Dios expresa siempre Su naturaleza divina por medio del hombre, Su efecto. En gozosa obediencia a las instrucciones de nuestro Maestro, podemos declarar, con convicción espiritual, que nuestro Principio divino opera y nosotros funcionamos como sus ideas eternamente activas. En lo concerniente a la operación del Principio divino, ella es incesante. Nunca se interrumpe. Nunca vacila, se demora o estanca. No tiene elementos de incertidumbre. Es evidencia del Espíritu siempre presente. No puede ser desafiada por las hipotéticas fuerzas de la mortalidad. No está a merced del capricho del sentido físico.

Jesús probó incuestionablemente la existencia de Dios como el Principio divino eternamente operativo, el cual, cuando se le comprende y se confía en él, restaura la armonía en los asuntos humanos. La mano seca fue restaurada gracias a la comprensión de nuestro Maestro de que la perfección del hombre otorgada por Dios era un hecho espiritual que no se podía perder debido a una creencia errónea de que el hombre era material (ver Marcos 3:1–5). La mano se normalizó cuando las creencias de la mente mortal fueron reemplazadas con las ideas de la Mente divina. La sicología material, la sugestión mental y la filosofía humana no tenían nada en común con el método de curación de Jesús, como tampoco tienen nada en común hoy en día con la práctica de la Ciencia Cristiana. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “La curación corporal en la Ciencia Cristiana resulta ahora, como en tiempos de Jesús, de la operación del Principio divino, ante el cual el pecado y la enfermedad pierden su realidad en la consciencia humana y desaparecen tan natural y tan necesariamente como las tinieblas ceden a la luz y el pecado a la reforma”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. xi;

El Principio divino preserva la idea por medio de la cual se manifiesta su actividad creadora. Todos los elementos, cualidades y acción del Ser Divino son eternos y, por lo tanto, funcionan eternamente en el hombre. Las cualidades divinas operan como energías espirituales, o leyes, que constituyen por siempre la individualidad y el ser del hombre ordenados por Dios. Las leyes del Principio divino poseen una superioridad incuestionable sobre las supuestas leyes de la mente mortal. La demostración de la identidad verdadera y su acción perpetua, gobernada por Dios, disipa la ilusión de la presencia y acción del mal.

Tal vez haya momentos en que nos sintamos tentados a preguntarnos: “¿Para qué vivo? ¿De qué sirve todo esto?” La Ciencia Cristiana responde a estas preguntas con la declaración de que el hombre es la idea de Dios y que existe para expresar la gloriosa naturaleza de la Deidad. El hombre cumple el gran designio del Amor divino para el bien. En la Ciencia del ser todas las identidades existen para manifestar la Verdad, la Vida y el Amor divinos, y todas están unidas en un todo infinito.

El hombre es el efecto de Dios, la expresión del Alma, del Ser divino. El reflejo del Alma, o Espíritu, debe ser incorpóreo, inorgánico, divinamente mental — idea divina. Morando por siempre en el Espíritu, el hombre recibe sólo las impresiones de la Verdad y el Amor. Nunca puede recibir una impresión finita de sí mismo como mortal. Pablo se refirió al verdadero concepto acerca del hombre a la semejanza del Espíritu cuando escribió en su Epístola a los Romanos: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”. Rom. 8:16;

Solamente lo que Dios hace tiene realidad y es activo y efectivo. Como idea de Dios, usted jamás puede perder su eficiencia, su poder y su capacidad otorgados por Dios para hacer Su voluntad y ser como Él lo creó y determinó que fuera. El hombre obra con el poder establecido por Dios. Es la idea consciente e incorpórea de Dios. No es una personalidad física esclavizada por instintos animales, intereses egoístas y enfermedades. El hombre es la imagen del Amor y es tributario a Dios solamente. No existe una inteligencia falsa, ni poder hipnótico engañoso, ni insubordinación a la ley de Dios porque Dios es la única Mente, y no existe mente inferior alguna que resista Su voluntad.

Cuando las cadenas de la mortalidad sean rotas por el sentido espiritual, los hombres aprenderán a dirigir la actividad humana por medio del Cristo, el poder y la presencia supremos del Principio divino. La Sra. Eddy escribe: “En medio de las hojas caídas de las antiguas religiones, por encima de la helada corteza de credo y dogma, la fuerza de la Mente divina que llena todo el espacio y tiene todo el poder, eleva la tierra”. Y más adelante agrega: “Este poderoso Principio supremo lo gobierna todo en el reino de lo real, y es ‘Dios con nosotros’, el Yo soy”.Escritos Misceláneos, pág. 331.

El Principio creativo, Dios, es el Amor infinito, la inteligencia divina viviente, tierna y consciente. No es una fuerza fría y sin mente. Las leyes por medio de las cuales actúa eternamente, y que producen sólo el bien, son afectuosas y armoniosas. El Principio divino eternamente operativo es la única causa o fuente de nuestra identidad, la sustancia primordial y eterna de nuestro ser. Es el poder y la energía por medio de los cuales actuamos; el origen de nuestras facultades, el dador y preservador de todo lo que necesitamos y poseemos. Su ley gobierna toda acción, por la cual nuestra armonía y existencia son mantenidas por siempre.

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