En el invierno de 1898, cuando residía en Concord, New Hampshire, la Sra. Eddy hizo venir a su aposento a una de las personas que la secundaban en su casa y le comunicó algunos de los inspiradores pensamientos que le habían venido la noche anterior. Uno de éstos le pareció tan importante que le pidió a su colaborador que lo anotara y conservara. Tomando una hoja de papel, él escribió estas palabras que la Sra. Eddy le dictó: “No la materia, sino la Mente, satisface”.We Knew Mary Baker Eddy, Tercera Serie (Boston: La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, 1953), pág. 8;
Algunos meses después la Sra. Eddy tuvo oportunidad de recordar el mensaje que tan cuidadosamente se había conservado y pidió que le trajeran la hoja de papel en que se había anotado. El director de una empresa de joyería de la localidad había venido a visitarla para mostrarle el diseño de lo que él denominaba una cuchara de recuerdo, que su compañía quería fabricar. La Sra. Eddy vio entonces la posibilidad de incorporar aquel precioso mensaje en el diseño, de modo que la persona que poseyera y usara la cuchara — especialmente sus propios seguidores — pudiera mantener esa idea en su pensamiento y aprender de ella una importante lección. Evidentemente muchos lo hicieron, por cuanto el texto “No la materia, sino la Mente, satisface” se cita en agradecidas cartas enviadas al Christian Science Sentinel y en un testimonio relativo al triunfo sobre el hábito de beber y fumar publicado en el libro de la Sra. Eddy, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, en el capítulo titulado “Los Frutos de la Ciencia Cristiana”, páginas 678 y 679. Esta lección aún está con nosotros para inspirarnos y elevar nuestros pensamientos por encima de la materia en cualquier época del año, aunque bien podría considerarse particularmente apropiado tenerla en cuenta durante la época de Navidad, cuando el materialismo suele parecer tan agresivo.
Refiriéndose al significado de la Navidad, la Sra. Eddy escribió en cierta ocasión: “Una Navidad eterna haría de la materia un ente extraño, salvo como fenómeno, y la materia se retiraría respetuosamente ante la Mente. El despotismo del sentido material o la carne emprendería la fuga ante tal realidad, para dar lugar a la sustancia, y la sombra de la frivolidad y la inexactitud del sentido material desaparecerían”. Luego añade: “En la Ciencia Cristiana la Navidad representa lo real — lo absoluto y eterno — las cosas del Espíritu, no de la materia”.The First Church of Christ, Scientist, and Miscellany, pág. 260;
Desde el día mismo de su nacimiento, la vida de Jesús fue una reprensión a la carne y al sentido material. Todo lo que dijo e hizo fue representativo de la realidad y del poder de las cosas del Espíritu y de la irrealidad e impotencia de la materia. Su misión fue la de enseñar a la humanidad y probarle que el Amor, no la voluntad o la fuerza humanas, corrige los errores mortales; que la Mente, no la medicina material, cura; que la Verdad, no los argumentos mortales o la manipulación, libera; que sólo el Alma satisface, no la gratificación de los sentidos físicos y que la Vida es inmortal, incapaz de ser destruida por fuerzas humanas negativas.
Durante siglos antes del nacimiento de Jesús el pueblo hebreo había estado aguardando con esperanza la venida del Mesías. Sin embargo, cuando llegó el momento, ese gran acontecimiento sólo fue reconocido por los pocos que estaban espiritualmente alerta como para buscar al Mesías no en un palacio, sino en un establo y discernir que la grandeza de Dios estaba mejor representada por un niño pequeño que por un príncipe dotado de gran poder humano.
Durante toda su carrera en la tierra el Maestro ejemplificó el mensaje a la semejanza del Cristo de la supremacía del Alma y la ineficacia del sentido material, del poder del Espíritu y la impotencia de la materia. La Sra. Eddy lo explica así: “Jesús demostró la incapacidad de la corporeidad, así como la capacidad infinita del Espíritu, ayudando así a la conciencia humana errónea a huir de sus propias convicciones y a buscar seguridad en la Ciencia divina”.Ciencia y Salud, pág. 494;
Durante su ministerio el Maestro demostró la superioridad de la inteligencia espiritual sobre el intelectualismo cuando los fariseos conspiraron para implicarlo en argumentos concernientes a la ley. Jesús les respondió con tal pericia y sencilla lógica que cuando oyeron su respuesta “se maravillaron, y dejándole, se fueron”. Mateo 22:22;
El Maestro probó que el reconocimiento agradecido del poder de Dios para alimentar a una multitud podía multiplicar el pan y los peces miles de veces cuando humanamente no había harina ni organismos de los cuales ni siquiera un poco más de lo que tenían podía reproducirse.
En varias ocasiones en las que instantáneamente sanó terribles incapacidades físicas con una palabra, el Maestro probó que el conocimiento de la verdad espiritual podía lograr en un momento lo que no podían alcanzar la pericia de los médicos, el paso del tiempo ni un proceso humanamente normal de reconstrucción celular.
En otras oportunidades demostró, mediante la resurrección de algunas personas que aparentemente habían muerto, cómo el poder de la comprensión de que la Vida es eterna podía anular las creencias establecidas de la mente mortal respecto a la mortalidad y a la descomposición del cuerpo humano.
Por último, el Maestro demostró, por medio de su propia resurrección y ascensión, que hasta los esfuerzos más maliciosos, salvajes y violentos del sentido corporal no pueden destruir la vida de quien está imbuido del entendimiento de la Vida espiritual y eterna.
Aunque el gran significado del acontecimiento que celebramos en la Navidad se expandió extraordinariamente durante la vida terrenal de Cristo Jesús, su mensaje básico es hoy día el mismo que cuando por primera vez el Maestro apareció a la percepción de los mortales. Dios, el Espíritu, Amor, Mente, Verdad, Vida, todo lo que se puede sintetizar en el término Principio divino infinito — la única causa, el único legislador, el único poder — es Todo-en-todo, supremo. La materia, los sentidos materiales, las teorías mortales, la creencia de inteligencia y poder en el cerebro, en los músculos y en la voluntad y sabiduría humanas no constituyen un poder y no pueden hacer por nosotros ni darnos lo que Dios o la Mente ya está haciendo y dándonos y que siempre hará y nos dará.
El último mensaje de Navidad de la Sra. Eddy al grupo que la secundaba en su hogar en 1909 — a los amigos que fueron sus fieles estudiantes y la amaban con devoción filial — resume el profundo significado de esta época del año: “Mis amados: unas pocas palabras al prudente le bastan. Vuestra madre os desea a todos una feliz Navidad, un banquete del Alma y un ayuno de los sentidos”.Miscellany, pág. 263.
