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Oración por la paz

Del número de diciembre de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


¿Qué podemos hacer para ayudar cuando oímos sobre derramamiento de sangre y brutalidad en varias partes del mundo que están en conmoción?

Podemos instar a nuestros respectivos gobiernos a actuar con responsabilidad, justicia y honorabilidad en las relaciones exteriores. Como ciudadanos activos podemos apoyar convenios establecidos cuando sea posible. Podemos alentar a que se gobierne por medio de la razón en lugar de la fuerza.

Pero lo más importante es que ¡podemos orar! Ya esté el azote de la guerra muy cerca nuestro o a miles de kilómetros de distancia, nuestras oraciones honestas y confiadas pueden ayudar a destruirlo.

La Sra. Eddy nos enseña cómo orar científicamente desde una base completamente espiritual. En la verdadera oración nos apartamos del cuadro humano y miramos la realidad espiritual: Dios, el Padre universal, que abraza en su amor a toda Su creación.

Puesto que Dios, el Espíritu infinito, es enteramente bueno y amoroso, Su hijo, el hombre espiritual, no es un mortal codicioso y vengativo. Más bien, él es tierno, puro y justo, y vive en armonía con sus semejantes. A través de la oración aprendemos a reconocer al hombre espiritual y perfecto de la creación de Dios — la identidad real de cada uno de nosotros — y a rechazar la apariencia errónea de que el hombre es agresivo y destructor. Nuestro concepto espiritualizado sirve entonces para alentar el amor a la paz, que es innato en nuestro prójimo.

La Sra. Eddy explica este proceso en el libro de texto de la Ciencia Cristiana. Ella escribe: “Cuando los preceptos divinos son entendidos, éstos desenvuelven la base de la fraternidad, en la cual una mente no está en guerra con otra, sino todas tienen un solo Espíritu, Dios, un mismo origen inteligente, de acuerdo con el mandato bíblico: ‘Tened dentro de vosotros esta Mente que estaba también en Cristo Jesús’ ”.Ciencia y Salud, pág. 276;

Aunque firme al reprender el error, Jesús fue un ejemplo de paz. Él entendía su unidad espiritual con Dios, el Amor divino, y reflejaba el amor de Dios expresado en perdón, paciencia y bondad.

Cuando envió a sus doce discípulos a predicar y a sanar, les dio instrucciones de que no usaran violencia. Les dijo: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, e inofensivos como palomas”. Mateo 10:16 (según la versión King James);

Tres años después les dio a esos discípulos un vívido ejemplo de lo que quería decir con la palabra “inofensivos”. En la noche antes de su crucifixión estaba orando en el huerto de Getsemaní. Soldados romanos, dirigidos por Judas, se le acercaron y lo arrestaron. Enojado, uno de los seguidores de Jesús sacó su espada y le cortó la oreja al siervo del sumo sacerdote. Jesús, que no estaba intimidado por sus captores, reprendió a su discípulo y sanó la oreja del hombre. Ver Lucas 22:47–51; Demostró que podía perdonar y bendecir hasta a sus peores enemigos.

¿Resultan nuestras oraciones por la paz en esta clase de hermandad intransigente? Nuestra oración científica debe traer curación, no solamente a las partes del mundo que atraviesan por problemas, sino también a nuestra vida, porque, ¿cómo es posible que podamos orar por la paz entre las naciones mientras nosotros buscamos desquitarnos por comentarios poco amables o albergamos resentimiento contra un miembro de nuestra familia? Tenemos que ser mejores pacificadores allí mismo donde nos encontramos. No estamos ayudando a terminar el derramamiento de sangre en lugares lejanos a menos que pongamos fin a nuestro propio sentido de agresión, codicia, celos y venganza.

Como lo dice la Sra. Eddy: “Si no anhelamos en lo secreto y luchamos abiertamente por lograr todo lo que pedimos, nuestras oraciones son ‘vanas repeticiones’, como las que usan los gentiles. Si nuestras peticiones son sinceras, nos afanamos por lograr lo que pedimos; y nuestro Padre, que ve en lo secreto, nos recompensará abiertamente”.Ciencia y Salud, pág. 13.

¿Qué mejor contribución podemos hacer a la paz mundial que la de hacer que nuestra vida sea verdaderamente pacífica? Dios nos ha dado a cada uno de nosotros una naturaleza amorosa, espiritual. Sólo tenemos que reclamar esta naturaleza divina y expresarla. Entonces nuestras oraciones por la paz tendrán poder y convicción para inspirar amor fraternal aun en las regiones asoladas por la guerra.

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