Al dar su aprobación al propósito que tenía un miembro del personal de su casa de dar un paso para progresar más en espiritualidad durante el Año Nuevo, se relata que la Sra. Eddy dijo: “Sí, un paso fuera de los sentidos, un paso hacia las acciones, no las palabras” (ver Twelve Years with Mary Baker Eddy, Doce Años con Mary Baker Eddy, por Irving C. Tomlinson, pág. 79). Para mí este año ha sido verdaderamente un paso hacia la acción, hacia la demostración de esta Ciencia divina que he estado estudiando durante veinte años. Sané de un ataque de gripe en espacio de unos pocos días, al ser guiada por la amorosa atención de una practicista de la Ciencia Cristiana a comprender que el hombre está unido científicamente a su creador, Dios, como el reflejo o la idea de Dios. Aferrándome firmemente a estas palabras de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy (pág. 303): “el Principio que gobierna el reflejo”, pude demostrar el poder absoluto de la verdad y así recobré la salud perfecta. (El pasaje completo dice: “El reflejo — en manifestaciones mentales — de las numerosas formas de la Mente, que pueblan el reino de lo real, es regido por la Mente, el Principio que gobierna el reflejo”.)
Un problema de naturaleza legal que me preocupaba muchísimo se resolvió al comprender la supremacía de la ley espiritual sobre las leyes humanas. Entendí que la reivindicación de nuestros verdaderos derechos se encuentra solamente en Dios, que esta ley del Amor nos bendice a todos y a cada uno de nosotros. También cuando enfrenté un caso relacionado con derechos de tutela, la Biblia y Ciencia y Salud fueron mi guía para una solución. El Salmo 94 dice (versículo 15): “El juicio será vuelto a la justicia, y en pos de ella irán todos los rectos de corazón”. Como dice la Sra. Eddy (Ciencia y Salud, pág. 542): “Dejad que la Verdad descubra y destruya el error en la forma que Dios determine, y dejad que la justicia humana siga el modelo de la divina”. Después de haber orado durante muchos días, con la ayuda de la practicista, hallé la solución del problema cuando me sentí preparada a abandonar todo razonamiento puramente material. Empecé a ver en el tutor la imagen o idea de Dios —“el Principio que gobierna el reflejo”. Este pensamiento fue el impulso final irresistible que quebró toda resistencia a una solución justa, restableciendo una situación armoniosa entre todos los interesados.
En todos estas pruebas he podido comprobar que los buenos pensamientos son una armadura invencible, que Dios es superior a todo razonamiento humano, y que cuando ponemos nuestro pensamiento en armonía con Su voluntad podemos encontrar Su bendición y protección.
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