Tenía que estudiar para rendir una prueba, y si no sacaba buenas calificaciones fracasaría en el curso. El tema parecía sumamente difícil. Mientras estudiaba sentí como que nunca podría aprender teoría atómica. Las ciencias siempre me costaban mucho, pero ésta me era especialmente difícil. Cuando mi mamá mencionó el tema de la Ciencia Cristiana, pensé en algunas preguntas que anteriormente me había hecho:
1. ¿Estoy limitada en cuanto a lo que puedo aprender acerca de Dios?
2. ¿Opera verdaderamente Su poder?
3. ¿Cuánta fe tengo realmente en Dios?
Las respuestas fueron:
1. No, no estoy limitada; no estoy encerrada en un cuerpo o mente materiales y limitados. Hay una sola Mente, Dios, y puedo recibir tanta comprensión de Dios como esté dispuesta a aceptar de Él. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy da una definición que empieza así: “Mente. El único Yo, o Nos”.Ciencia y Salud, pág. 591; Dios está siempre dando, y yo debo de estar receptiva para recibir.
2. El poder de Dios por cierto que opera. La curación me muestra que no estoy hecha de materia, sino de los pensamientos de Dios, que son impecables. El hombre espiritual expresa la habilidad siempre presente de Dios, porque Dios es la fuente del hombre.
3. ¿Cuánta fe tengo en Dios? Mi vida está en Dios, y toda mi fe está en Él. Cristo Jesús dijo: “No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre”. Juan 5:19. Dios es Mente, y yo reflejo Su conocimiento. Por lo tanto, como no estoy limitada en el conocimiento que recibo de Dios, puedo aprender tanto como me sea necesario — si me doy cuenta de que mi conocimiento no proviene del cerebro.
Al día siguiente, al entrar en la clase de ciencia para la prueba, pensé en las preguntas y respuestas que me había formulado, y tuve la convicción de que Dios estaba conmigo. Pues bien, no fracasé en el examen — obtuve un “bueno”, nota que no está mal. Aprendí una lección: recurrir a Dios en busca de ayuda en vez de quejarme. La próxima vez trataré de hacerlo aún mejor.
 
    
