La escasez de alimentos es un problema serio y persistente. Los intentos que se hacen para aliviar la situación, van desde experimentos para controlar la natalidad hasta el desarrollo de nuevos y más prolíferos cultivos y trabajos de investigación para cultivar el mar. Sin embargo, millones de personas sufren todavía de desnutrición y mueren de hambre. Esta condición afecta a tantos, que todos aquellos que se interesan por la humanidad no pueden evitar el deseo de hacer algo. Hay algo que todos podemos hacer. Podemos darle a esta situación nuestra atención espiritual.
Según los sentidos físicos, dependemos de alimento material. Se supone que nuestra salud y vigor están relacionados con su cantidad y calidad. Sin embargo, el hombre, como se entiende en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), es el satisfecho reflejo de Dios. El hombre es completamente espiritual y está sustentado por las ideas que emanan de Dios. Estas ideas sustentan al hombre porque el hombre está comprendido en ellas; él es la compuesta expresión de Dios, e incluye toda idea correcta, y cada idea es completa y permanente.
Esta verdad metafísica puede relacionarse con el problema de los alimentos por ser inadecuados, escasos o de baja calidad. Pero, ¿cómo podemos relacionar estos hechos con la humanidad sufriente?
¿Puede ser de valor práctico alejar nuestro pensamiento del cuadro material y pensar en aquello que parece una intangible realidad espiritual? Puede parecer no ser así, porque el pensamiento humano está tan convencido de que el mundo — todo el universo y sus habitantes — es material. De acuerdo con la Ciencia Cristiana nada puede estar más distante de la verdad que eso.
Lo que suponemos que es un mundo material exterior (que incluye el cuerpo físico, el ambiente que nos rodea y hasta el cosmos físico) es la expresión del pensamiento. Mary Baker Eddy, cuya visión espiritual penetró infinitamente más allá del cuadro material, nos dice en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: “El universo físico expresa los pensamientos conscientes e inconscientes de los mortales”.Ciencia y Salud, pág. 484;
En el grado en que “los pensamientos conscientes e inconscientes de los mortales” son iluminados por la luz de la Verdad, se disuelven, dando lugar a la comprensión de que la creación espiritual de Dios — la única creación que realmente existe — es perfecta. La existencia es la expresión del pensamiento. El resultado inevitable de pensamientos mejores es una existencia mejor — y mejores condiciones físicas, así llamadas. Por lo tanto, el espiritualizar nuestro pensamiento científicamente, el reemplazar específicamente las creencias de falta de alimentos con las verdades de la presencia y pureza de la sustancia divina, es una de las cosas más compasivas, bondadosas y prácticas que podemos hacer por la humanidad.
Si hemos de ayudar espiritualmente a la humanidad a vencer el hambre y la desnutrición, debemos, entonces, comenzar por decidir qué es lo que individualmente admitimos como verdadero. Es de suma importancia estar compenetrados de que el hombre, el reflejo inmortal de la Vida, está constituido de ideas espirituales. Estas ideas se originan en Dios y expresan Su ser. Aquello que sustenta al hombre verdadero no puede contarse, medirse o pesarse. No es el producto final de una cosecha de trigo o de una pesca, ni es algo que se arranca de los árboles o se saca de la tierra. Ni la sustancia verdadera ni el hombre verdadero proceden de la tierra, la materia.
Hasta el empezar a aceptar estas verdades espirituales puede disminuir el temor de la humanidad. Y el pensamiento que ha sido despojado de temor está más capacitado para ver las soluciones prácticas. Cuanto más comprendamos e ser verdadero, menos expuestos estaremos, como individuos o comunidades, a ser víctimas del pánico o de las emergencias. Tales condiciones pueden llevarnos a tomar decisiones inadecuadas y a no ver la forma de solucionar la falta de algo. Por otra parte, la convicción de la omnipotencia de Dios, del bien, evidencia la presencia de la Mente del todo inteligente.
El ser inmaculado de la Mente divina no incluye problemas. Es este hecho lo que nos hace posible las soluciones y, finalmente, hace que sean inevitables. Es posible que las organizaciones de beneficencia y los gobiernos se esfuercen por ayudar de muchas maneras, pero tales esfuerzos serán más eficaces cuando estén fortalecidos por la comprensión espiritual.
A medida que dejemos que se nos alimenten espiritualmente las inmutables verdades del ser, demostraremos el gobierno divino en nuestros propios asuntos y así ayudaremos a que se satisfagan las necesidades de la humanidad. Debemos mantener muy claro y estar convencidos espiritualmente de que el hombre no puede estar separado de la sustancia y provisión porque éstas no pueden estar separadas de Dios. Y el hombre mora en Dios. En la infinitud del Espíritu no hay escasez, desproporción o vacío; no hay brechas en el bien ni hay injusticia.
En el grado en que aceptemos las pretensiones de que el hombre es material y que depende del alimento, estaremos expuestos a problemas de alimentación tanto por su calidad como por su cantidad. Aun aquellos países cuyos recursos son abundantes, es posible que tengan problemas de alimentación, pues hay una preocupación de que ciertos agregados quimícos — preservativos, colorantes y esencias para acentuar los sabores — sean malsanos. Parecería que la tecnología alimenticia tiene su lado negativo. Tales pretensiones de peligro y cualquier daño aparente ocasionado por estas pretensiones pueden ser detenidas y eliminadas mediante la comprensión espiritual. Es muy importante mantener presente en nuestro pensamiento que el hombre es el reflejo del Espíritu inmortal, y no un cuerpo carnal con órganos digestivos que pueden ser perjudicados por sustancias materiales. El hombre es espiritual, no orgánico. El consejo de Cristo Jesús es tan válido, eficaz y confiable ahora, como cuando él lo dio hace dos mil años: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir”. Mateo 6:25; La Sra. Eddy, fiel seguidora de Jesús, escribe en relación con esa declaración: “En la Ciencia divina, el hombre es mantenido por Dios, el Principio divino del ser. La tierra, según el mandato de Dios, produce alimento para el uso del hombre”.Ciencia y Salud, pág. 530.
