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Escuela Dominical

[Preparado por la Sección Escuela Dominical, Departamento de Filiales y Practicistas.]

Escuela Dominical

Del número de junio de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


[Este artículo sobre la Escuela Dominical aparece en inglés en el The Christian Science Journal de esta misma fecha.]

Hace poco la superintendente de una Escuela Dominical dio un vistazo a las clases durante el período de instrucción. En una clase de niños de cuatro años, éstos hacían turno para ponerse de pie y dar a entender algo por medio de gestos al resto de la clase. En una clase de alumnos de once años los niños parecían muy ocupados en buscar algo en uno de los libros de texto, a la vez que acompañaban la búsqueda con muchos comentarios. Una de las clases de adolescentes muy animadamente examinaba algún punto, de modo que se podía escuchar una voz tras otra; la maestra parecía actuar como árbitro en ese momento. Otra clase escuchaba atentamente lo que el maestro decía, mas antes de que la superintendente apartara su mirada hacia otro lugar, notó que un estudiante hacía una observación o una pregunta que fue inmediatamente seguida por comentarios de otro estudiante. ¿Qué tenían estas clases en común? Todas eran conducidas por maestros que sabían cómo lograr que los alumnos participaran en la clase de acuerdo con la capacidad, intereses y necesidades de los niños.

A los alumnos más pequeños de la Escuela Dominical les encanta que les llegue su “turno”. Los de cuatro años tenían la oportunidad de expresar a su manera el significado de los Mandamientos. A los más grandecitos les encanta hacer cosas importantes. Los alumnos de once años buscaban palabras en el Glosario de Ciencia y Salud para ver qué luz arrojaban las definiciones de la Sra. Eddy sobre el Texto Áureo y sobre la Lectura Alternativa de la Lección-Sermón de esa semana. Ambas clases de adolescentes discutían temas de sumo interés para ellos, como era evidente por la manera en que los estudiantes se prestaban atención unos a otros. Una maestra parecía contenta con dejar que las preguntas y respuestas se desarrollaran en la clase sin mucha intervención de su parte, mientras que otro maestro encauzaba la discusión más directamente, bien con una pregunta o con una observación.

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