[Este artículo sobre la Escuela Dominical aparece en inglés en el The Christian Science Journal de esta misma fecha.]
Cómo hacer que la clase participe (Primera Parte)
Hace poco la superintendente de una Escuela Dominical dio un vistazo a las clases durante el período de instrucción. En una clase de niños de cuatro años, éstos hacían turno para ponerse de pie y dar a entender algo por medio de gestos al resto de la clase. En una clase de alumnos de once años los niños parecían muy ocupados en buscar algo en uno de los libros de texto, a la vez que acompañaban la búsqueda con muchos comentarios. Una de las clases de adolescentes muy animadamente examinaba algún punto, de modo que se podía escuchar una voz tras otra; la maestra parecía actuar como árbitro en ese momento. Otra clase escuchaba atentamente lo que el maestro decía, mas antes de que la superintendente apartara su mirada hacia otro lugar, notó que un estudiante hacía una observación o una pregunta que fue inmediatamente seguida por comentarios de otro estudiante. ¿Qué tenían estas clases en común? Todas eran conducidas por maestros que sabían cómo lograr que los alumnos participaran en la clase de acuerdo con la capacidad, intereses y necesidades de los niños.
A los alumnos más pequeños de la Escuela Dominical les encanta que les llegue su “turno”. Los de cuatro años tenían la oportunidad de expresar a su manera el significado de los Mandamientos. A los más grandecitos les encanta hacer cosas importantes. Los alumnos de once años buscaban palabras en el Glosario de Ciencia y Salud para ver qué luz arrojaban las definiciones de la Sra. Eddy sobre el Texto Áureo y sobre la Lectura Alternativa de la Lección-Sermón de esa semana. Ambas clases de adolescentes discutían temas de sumo interés para ellos, como era evidente por la manera en que los estudiantes se prestaban atención unos a otros. Una maestra parecía contenta con dejar que las preguntas y respuestas se desarrollaran en la clase sin mucha intervención de su parte, mientras que otro maestro encauzaba la discusión más directamente, bien con una pregunta o con una observación.
Cuán a menudo se oye a los maestros de la Escuela Dominical decir: “No pude lograr que esos niños dijeran ni una palabra”. “Por mucho que traté no pude mantener la discusión sobre el tema de la Ciencia Cristiana”. “¡Cómo me gustaría poder hacer más! ¡Perdemos tanto tiempo solamente preparándonos para trabajar!”
Los maestros a quienes la superintendente observó no hicieron estos comentarios. Aparentemente encontraron el método de participación hecho a la medida para sus clases de la Escuela Dominical. ¿Dónde adquirieron este conocimiento — y cómo supieron qué hacer? La participación comenzó mucho antes de la hora de clase. Comenzó seis o siete días antes, cuando esos maestros empezaron a estudiar la Lección-Sermón para esa semana que se encuentra en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana. Habían estado preparándose y haciendo planes cuidadosamente durante toda la semana, de modo que la hora en la Escuela Dominical fuera de provecho para todos. Una fructífera hora de clases es el resultado de dos elementos principales: la preparación y la inspiración.
Preparación
¿Qué hace un maestro, entonces, para prepararse a fin de tener una clase de Escuela Dominical animada? La siguiente lista resume algunas formas de prepararse que se pueden seguir durante la semana.
1. Estudiar a fondo la Lección-Sermón. ¿Está usted encontrando en la Lección-Sermón ideas inspiradoras y sanadoras que sean pertinentes a cada uno de los estudiantes? ¿Está usted mismo trabajando con estas ideas, para demostrarlas — para hacerlas suyas?
2. Explorar la Lección-Sermón. ¿Está usted utilizando al máximo los escritos de la Sra. Eddy en su búsqueda del mensaje espiritual que contienen los pasajes bíblicos? ¿Puede usted ayudar a contestar preguntas sobre los personajes, lugares y acontecimientos mencionados? El análisis prudente hecho con la ayuda de Comentarios bíblicos, diccionarios y atlas de la Biblia, puede aumentar su caudal de tales conocimientos.
3. ¿Está usted usando los diccionarios, y encontrando significados nuevos y más claros de las palabras usadas en la Lección-Sermón? ¿Está usted pensando cómo puede ampliar y profundizar el vocabulario de sus estudiantes de modo que ellos puedan comprender más precisa y plenamente lo que leen?
4. ¿Está usted pensando en medios para “abrir” la clase? Puede ser útil considerar durante la semana diferentes maneras de comenzar la clase, recurriendo a los variados y no estereotipados medios del Alma. Quizás se pueda comenzar con una buena pregunta, con una situación hipotética, con una prueba oral, o con una actividad “investigadora”.
5. Tal vez usted pueda encontrar útil el plan de estudio sistemático que se presenta en el Capítulo IX del librito Recomendaciones para la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Las páginas que se refieren específicamente al grupo que usted enseña le pueden ayudar a decidir qué incluir en su plan para la semana.
6. Acuérdese de las publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana. Encontrará que en el Sentinel, en el Heraldo y en el Journal hay numerosas historias, versos bíblicos, artículos, poemas y testimonios que le pueden sugerir ideas. Estas publicaciones ilustran cómo se aplica hoy en día la Ciencia Cristiana y esto le ayudará a mostrarles a los alumnos cómo ellos pueden usar las verdades de la Ciencia Cristiana en sus propias vidas.
7. A menudo es útil para el maestro tener algún contacto con el mundo de sus alumnos de la Escuela Dominical, de manera que pueda ayudarlos a discernir y a sanar los problemas que confrontan. ¿Sabe usted lo que sus alumnos hacen fuera de la Escuela Dominical por haber participado usted mismo en las actividades en que ellos participan? ¿Ha visitado usted alguna de sus clases en sus respectivas escuelas, o asistido a alguna de sus representaciones teatrales, o a sus juegos de baloncesto, o a alguna otra actividad en la que hayan participado? ¿Ha visto usted alguno de los programas de televisión que ellos miran? ¿Ha visitado sus hogares?
8. Muchas cosas interesantes están sucediendo hoy en día en el mundo a su alrededor. Usted puede encontrar que un suceso en los deportes o en los asuntos mundiales es pertinente a las lecciones espirituales que se discuten en la hora de clase de la Escuela Dominical. Pueden proveer un modo perfecto de iniciar la clase o algún punto al cual los estudiantes quieran referirse.
9. El maestro puede empezar por anotar todas las ideas que le vengan al pensamiento. A medida que la semana avanza tendrá más y más ideas sobre cómo responder a las necesidades de los alumnos en su clase. A medida que continúa anotándolas, posibles planes comenzarán a bosquejarse.
10. Entretanto deberá orar todo el tiempo para ser guiado.
La hora en la Escuela Dominical
¿Qué sucede, entonces, el domingo por la mañana? Primero que nada, el maestro debe asegurarse de que estará presente cuando llegue el primer alumno. La charla y conversación casuales a menudo le indican al maestro aspectos que tal vez necesitarán ser tratados durante la clase. Ya sea que participe usted o no en la conversación, querrá cuidar de los detalles de rutina (asistencia, colecta, etc.), de modo que una vez que comience la clase usted esté listo. Estará preparado para un buen comienzo — tal vez con una pregunta, o con algún punto interesante de historia bíblica, con una situación hipotética, con la respuesta a algún interrogante presentado la semana anterior, con alguna pregunta hecha por algún alumno o abordando un tema que usted sepa es necesario e interesante para el grupo. El papel del maestro, de ahí en adelante, es el de dirigir la acción con percepción y sabiduría espirituales.
El trabajo en clase, con sus preguntas y respuestas, cobra vida cuando la mayoría de los estudiantes lo llevan a cabo como una forma de investigación espiritual. Despierta demasiado interés para ser algo así como un juego de tenis — del maestro al estudiante, entonces del estudiante al maestro y así sucesivamente. El intercambio de ideas va del maestro al estudiante, del estudiante al estudiante y entonces quizás de nuevo al maestro y luego a otro estudiante. La acción se asemeja más a la de un partido de balonvolea.
En cualquier clase de la Escuela Dominical, el maestro necesitará reconocer la inteligencia e inspiración con que Dios ha dotado a los estudiantes y evitar dar él mismo todas las respuestas. Con los niños más pequeños el maestro ha de tener la Biblia y Ciencia y Salud abiertos y listos para consultar. Con los alumnos mayores querrá referirse durante la hora de clase frecuentemente a la Lección-Sermón y a otros pasajes de nuestros libros de texto. La vida y obra de Cristo Jesús se convierten en un constante ejemplo. El maestro tiene siempre cuidado de adherirse estrictamente a lo que la Sra. Eddy requiere en el Manual de La Iglesia Madre de que no haya desviación alguna de la Ciencia Cristiana absoluta en la enseñanza de la Escuela Dominical (Ver Art. XX, Secc. 3).
Todo esto presenta un cuadro amplio de cómo la participación en clase puede mantener una clase de Escuela Dominical interesante y animada.
La próxima columna, que aparecerá dentro de tres meses, tratará de algunas maneras específicas de cómo estas ideas para participar pueden llevarse a cabo.
[Esta columna aparece trimestralmente en El Heraldo de la Ciencia Cristiana.]
