Padre, me dijiste:
“Pide y recibirás”.
Y cuando necesité,
mucho más de lo que pedí
me diste.
Padre, me dijiste:
“Busca y encontrarás”.
Y en la densa noche de angustia,
el remanso de Tu paz hallé
que, a mi alcance, pusiste.
Padre, me dijiste:
“Llama y se te abrirá”.
Y en la hora
de hambre y sed,
el reino de los cielos
me ofreciste.
Y hoy
la voz callada y suave de la Verdad
me dice a cada instante:
“Dios es Amor”.
¡Gracias, Padre!
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