Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Haciendo a un lado los zarzales

Del número de junio de 1978 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Algunas veces los zarzales de la manera mundana de pensar parecen interponerse en nuestros buenos esfuerzos y detener nuestro progreso.

Pero existe un remedio, un remedio infalible y maravilloso.

Es aprender a sentir — y hacer sentir — el amor que refleja al Amor divino, la Mente perfecta, Dios. Al hacerlo, nos aliamos con el poder sanador del universo, con todo lo que da significado verdadero a la vida y hace que lo que vale la pena lograr sea seguro.

Se dice que la Sra. Eddy describió los oficios cristianos del Amor divino sustancialmente de esta bella manera: “El Amor es un Pastor que va por la oscuridad de la noche, en medio de la tormenta y el viento, a encontrar a la oveja perdida. Este Pastor, que es Amor, deja el sendero trillado, busca por el monte y el pantano, hace a un lado los zarzales, y busca hasta que halla al que anda perdido; entonces lo envuelve en Su regazo y regresa a sanar y restaurar”. Irving C. Tomlinson, Twelve Years with Mary Baker Eddy (Boston: La Sociedad Editora de la Ciencia Cristiana, 1966), pág. 90;

Es una actitud sumamente humilde preguntarse: ¿Expresa mi amor este Amor? ¿Va por en medio de las tormentas y el desierto de la escena mortal, hace a un lado los zarzales de los conceptos materiales erróneos y ayuda a revelar que el hombre es el hijo mismo de Dios, libre, digno y bajo Su cuidado?

El amor de Jesús por cierto que lo expresaba.

Supongamos que usted y yo hubiésemos sido invitados a la casa de Simón el fariseo en la cual una mujer, con una historia de inmoralidad, y mal vista por la sociedad, hubiese entrado de repente y sin permiso a la reunión de los invitados a comer y empezado a ungir los pies del Maestro con aceite aromático. ¿Cuál hubiera sido nuestra reacción? ¿Nos hubiéramos quedado sentados indignados y erizados en actitud de crítica?

“¿Despreció Jesús a la mujer? ¿Rechazó su adoración? ¡No! La miró con compasión”,Ciencia y Salud, pág. 363; es el comentario de la Sra. Eddy en Ciencia y Salud. En la mansedumbre y afecto de la mujer, el Maestro vio su genuino arrepentimiento. Él sabía que tenía razón en decirle: “Tus pecados te son perdonados”. Lucas 7:48;

Es tan fácil decir que otro está equivocado y que nosotros estamos en lo correcto. O fomentar la sombría creencia que nosotros mismos estamos siempre equivocados y hasta sin esperanzas de mejorar. U olvidar que por lo general hay un considerable surtido de zarzales mentales que hay que eliminar de la perspectiva presente de todo individuo.

El Amor ama. No puede sino amar, en virtud de su naturaleza innata. De manera que cuando aprendemos a amar de la manera espiritual y liberadora que refleja al Amor divino, ¿no se extenderá acaso nuestro amor activamente no sólo hacia aquellos que nos parecen humanamente atractivos o con los cuales nos ponemos inmediatamente de acuerdo sino hacia todos, en todas partes — sin excluirnos a nosotros mismos? Sí, se extenderá. Y tendremos ese profundo sentido de apreciar y dar, ese amor puro, el cual — derivado de la inteligencia infinita o Principio — es perspicaz en distinguir entre el bien y el mal y que discierne las necesidades de todos.

Este amor del Amor jamás nos mete en situaciones injustas o nos confina a ellas. Es posible que nos exija que tomemos posiciones firmes para evitar o corregir dichas situaciones. Al mismo tiempo, el amor jamás abandona el campo hasta que se haya hecho todo esfuerzo por enjugar las lágrimas, por elevarnos con ánimo a la manera del Cristo, y así poner en operación la acción correcta.

Después de que el inflexible reproche de Jesús hubo roto el mesmerismo de enfermedad que estaba pretendiendo llevar a la ruina la vida de cierto joven, este joven “quedó como muerto”. Pero el amor del Maestro no terminó allí. Él, “tomándole de la mano, le enderezó; y se levantó”. Marcos 9:26, 27;

Siempre podemos encontrar algo que sea alentador y bueno para compartir, si lo buscamos. ¿Por qué retenerlo? ¿Tenemos temor de ponernos en desventaja? ¿No apreciamos cuán ricos somos y cuán seguros estamos como hijos del Altísimo?

Aprendemos en la Ciencia Cristiana, que Dios, el Espíritu, no la materia, es nuestra verdadera sustancia. Nuestra vida es una experiencia espiritual consciente, no un fenómeno fisiológico. Todo lo que nos concierne — toda estructura, acción, ley, todo poder para condicionar o gobernar — le pertenece a Dios, no al sentido mortal. En la realidad divina, como la expresión de Dios, de Su ser mismo, reflejamos la consciencia de la infinitud del bien; y en esta santa infinitud no existe un solo elemento de mal que nos ate o pretenda que somos su agente, blanco o víctima.

Ningún zarzal de temor puede echar raíces o envolvernos allí. ¿Cómo podríamos usted y yo, evidenciando activamente el Amor, creer jamás que estamos separados del cuidado del Amor? Necesitamos afirmar que no podemos creerlo y que no lo creemos. Si amamos lo suficiente, reflejando al Padre, Lo sentiremos tan cerca, tan poderoso para satisfacer cada necesidad, que demostraremos que el temor es una imposibilidad.

En el universo del Amor no existe conflicto, rivalidad, dependencia en la obstinación o en recursos materiales. Como ideas del Amor constituimos un todo coordinado y armonioso. Y a medida que admitimos esto nos enriquecemos los unos a otros, nos amamos los unos a otros. No tenemos que pelear o luchar por ocupar un puesto; sólo tenemos que saber que ya estamos en el puesto correcto, provistos abundantemente y en paz en el continuo empleo del Amor. Viendo en cada actividad el campo de prueba para el Amor y amando, encontraremos bendiciones a cada momento.

Nuestra identidad espiritual individual, que refleja al afectuoso Padre-Madre Dios, es totalmente pura, saludable, íntegra, inmaculada, bella. Tal es la verdadera identidad consciente de cada uno de nosotros. No hay errores espinosos del egoísmo u orgullo personal que puedan perturbar esta consciencia celestial. Ningún remanente de ofensas, penas o recuerdos tristes puede causarle confusión o pretender que le causa alguna molestia.

Expresando la visión del Amor divino, veremos perfectamente. Escuchando la voz del Amor por sobre todo lo demás, nuestro oído está destinado a ser claro. Nuestro vivir el Amor dispersará todo el enredo de moldes y hábitos mentales discordantes capacitándonos para respirar libremente la plenitud de la Vida que es Dios. Ante la comprensión de que nuestro perfecto progreso espiritual es nuestro ser esencial, desaparecen las sugestiones entrelazadas de discordia, sufrimiento y dolor.

Por complicado y grave que parezca el cuadro material, el Amor que es Verdad, operando en nuestra consciencia como ley, pondrá todo en orden. Aplacará el tumulto, sacará el veneno, encenderá la compasión, purificará, sanará, restaurará, y no dejará nada en pie sino lo que el Principio revele.

Tal como la Sra. Eddy ha declarado acerca de la Ciencia Cristiana: “Demuestra la relación científica del hombre con Dios, desenreda las ambigüedades entrelazadas del ser, y liberta el pensamiento aprisionado”.Ciencia y Salud, pág. 114.

En cierta ocasión fui citada ante las autoridades de un país extranjero en calidad de cómplice cuando un pariente mío fue acusado de hacer uso de una propiedad privada ilegalmente, para fines comerciales, lo cual no había hecho. Afortunadamente, había yo estado esforzándome por algún tiempo por estar consciente firmemente de que el Amor es el Padre-Madre universal, la Mente y la Vida de todos, de manera que no me fue difícil sentir un amor edificante para con todos los interesados en el asunto. Esto trajo como consecuencia una serena seguridad que excedía el mero valor humano. “Sé honrada”, fue el mensaje que me dio el Amor. “Escóndete en la honradez”. Y esto fue lo que hice.

El resultado fue que durante el juicio oficial, toda falsedad quedó aclarada y nuestra inocencia confirmada. El Amor nos había despejado los zarzales de la tergiversación y la injusticia.

Dios no nos deja sin consuelo. Él es nuestro defensor en todo momento. Nada sino Su amor es lo que realmente nos está rodeando o gobernando, y jamás fracasa en su intento perfecto. Este Amor nos ha dado a cada uno una gloriosa individualidad espiritual, una herencia ilimitada, y ha de encontrarse en el afecto al cual ninguna oscuridad, ni tempestad, ni zarzales pueden oponerse. Podemos tomar posesión de ella. Podemos encarar cada día sin sentirnos deprimidos, abandonados, incomodados, sino con renovada inspiración, vigor y dominio.

¿Qué veremos, entonces, cuando nuestro amor haga a un lado los zarzales del falso sentido? ¿Una oveja perdida? ¿Un cuerpo enfermo? ¿Un hogar, negocio, iglesia, gobierno o un mundo todo enredado en elementos en conflicto, injusticias, deficiencias, miserias? No. Ayudaremos a traer al hombre a la luz, en todas sus actividades, como el hijo perfecto espiritual de Dios, por siempre libre, por siempre bien y exitoso bajo el cuidado guiador del Amor, seguro y apreciado en la familia del Padre.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / junio de 1978

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.