Algunas veces los zarzales de la manera mundana de pensar parecen interponerse en nuestros buenos esfuerzos y detener nuestro progreso.
Pero existe un remedio, un remedio infalible y maravilloso.
Es aprender a sentir — y hacer sentir — el amor que refleja al Amor divino, la Mente perfecta, Dios. Al hacerlo, nos aliamos con el poder sanador del universo, con todo lo que da significado verdadero a la vida y hace que lo que vale la pena lograr sea seguro.
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