“Había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar”. Lucas 13:11;
Al meditar sobre este relato de la mujer a la cual Jesús llamó de entre la multitud y la sanó, podemos preguntarnos: ¿Se debía la incapacidad de la mujer a que se hallaba encorvada? ¿O andaba encorvada porque, en el sentido verdadero, no se había enderezado?
Esta última posibilidad puede inducir a serias reflexiones.
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