Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

[Original en alemán]

La Ciencia Cristiana me liberó de la creencia de que la inteligencia...

Del número de febrero de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Ciencia Cristiana me liberó de la creencia de que la inteligencia es limitada y me dio el valor para reclamar la inteligencia que me ha dado Dios.

He estado asistiendo a una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana desde la edad de trece años — hace más de tres años — y he recibido mucho bien. Cuando comencé a comprender que Dios me creó a Su imagen y semejanza, que Él es la única inteligencia, mi inteligencia, y que Él me gobierna y lo hace de acuerdo con un plan bueno, mi vida cambió. Perdí el temor a no ser capaz de resolver dificultades.

Durante un año había estado asistiendo a una escuela especial donde los alumnos tienen la oportunidad de demostrar sus capacidades en una clase que los prepara para el sistema escolar regular. Después de cumplir con los requisitos acostumbrados me pasaron a una clase de la escuela regular donde pude aprender un trabajo. Estoy muy agradecido a mi maestra de la Escuela Dominical. Fuera de enseñarme en la Escuela Dominical que Dios es Mente, durante la semana me enseñaba alemán para que pudiera ponerme al día con la base, y continúa ayudándome.

Ahora quisiera narrar otra experiencia. Un precioso día de verano fui a juntarme con mis amigos que me estaban esperando en el patio de mi casa. Estábamos parados bajo un árbol riéndonos de un chiste, cuando un pedazo muy pesado de hierro cayó del árbol en mi cabeza. Se le había resbalado a uno de los muchachos, que estaba construyendo en el árbol una casa para jugar. La herida comenzó a sangrar.

Aquella primavera yo había asistido a una conferencia de la Ciencia Cristiana en la cual se dijo cómo Dios siempre nos protege a todos. En la Escuela Dominical habíamos conversado sobre este mensaje de la conferencia, así es que supe que Dios me estaba rodeando con Sus brazos. El conferenciante había narrado la experiencia de un arquitecto a quien le cayó un pedazo de techo en la cabeza. Pensé en el arquitecto. No tuve miedo. Entré en la casa y mi madre limpió la herida y solamente la vendó. Luego me fui a otro cuarto y, como el arquitecto, no me acosté, sino que tomé la Biblia y Ciencia y Salud por la Sra. Eddy. Encontré en estos libros el amor de Dios abarcándolo todo. Pronto estuve de nuevo en el jardín y continué jugando. Dos días después la herida había sanado.

Al aprender que la inteligencia no está en la materia ni es limitada me aferré a estas palabras del Salmo veintitrés: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”. Un himno del antiguo himnario alemán de la Ciencia Cristiana que mi maestra de la Escuela Dominical me había pedido que aprendiera, me ayudó mucho en mis estudios de la escuela. Allí donde yo antes acostumbraba a decir “no puedo hacerlo” porque no tenía el valor suficiente para hacerlo, el himno me enseñó que Dios es mi ayuda. Acepté las palabras de ese himno que dicen: “Tu Ayudador te dará el valor”. Ahora veo la importancia que tiene poner siempre a Dios primero y que aquellos que recurren a Dios para que los guíe siempre alcanzarán su meta. Terminaremos nuestro trabajo muy felices si ponemos a Dios primero y somos humildes. Aprendí especialmente que Dios me da valor constantemente. Siento que Dios está cerca de mí, dándome inteligencia y valor para que en cada cosa que hago aplique lo que sé. Siempre me aferro firmemente a esto y me esfuerzo por expresar las cualidades de la inteligencia, tales como diligencia, atención, receptividad, memoria, y por practicar y aplicar lo que sé.

Estoy contento de que tenemos la Ciencia Cristiana, y con mi agradecimiento doy la gloria a Dios.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 1979

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.