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Penetrando profundamente en la Verdad

Del número de febrero de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Investigaciones espaciales ... exploración de las grandes profundidades y cavernas del fondo del mar ... radiotelescopios en busca de los objetos más remotos de nuestra galaxia ... microscopios electrónicos que escudriñan los puntos diminutos de la vida material. La investigación profunda es ahora un concepto común y corriente. Y en nuestro examen de las verdades del ser, como son reveladas por la Ciencia Cristiana — un examen más importante que cualquier otro en que la humanidad pueda ocuparse — podemos ir más allá de la profundidad y vigor que caracterizan estas investigaciones materiales. La Ciencia Cristiana nos insta a que lo hagamos y nos capacita para hacerlo.

Podemos, mediante el sentido espiritual, investigar la verdadera existencia con mayor penetración de la que cualquier lente o instrumento pueda examinar la materia y el espacio. Y el que lo hagamos tiene consecuencias prácticas. Mediante la Ciencia Cristiana podemos ampliar nuestro discernimiento hasta llegar a la esencia misma de todas las cosas. Hacerlo así es oración. Éste ha sido el método de los de ánimo espiritual a través de los siglos. De esta manera han visto ellos cosas que quizás otros hayan pasado por alto. Cuando el rey de Siria tuvo la intención de destruir a Eliseo, éste oró para que su criado supiera que estaban protegidos como él sabía que lo estaban. Y la visión espiritual del joven profundizó, y él también vio “que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo” 2 Reyes 6:17; — vio que él y su compañero estaban a salvo.

Los medios informativos de nuestros días, gracias a su supercomunicación, nos pone en contacto con especialistas en diversos campos y con los resultados de sus investigaciones. Esto, en sí, es sumamente valioso y debiera estimular la manera de pensar individual; pero no debiera permitirse que la sustituya.

El propósito de esta publicación periódica no es sólo el de consolar, iluminar y sanar, sino el de alentar a la oración y a la investigación espiritual — vuestra profunda investigación del Espíritu infinito y de su creación del todo espiritual. Mary Baker Eddy señala claramente el camino del progreso al escribir: “El que progresa más en la Ciencia divina es aquel que más medita sobre la sustancia e inteligencia espirituales e infinitas”.Escritos Misceláneos, pág. 309; Nadie puede hacer por nosotros nuestra profunda meditación. Cuando la hacemos, pronto quedamos descontentos con cualquier deleite meramente momentáneo derivado de un repaso superficial de la Ciencia de la Vida.

La Ciencia Cristiana nos alienta a que veamos nuevamente las cosas que creemos que son verdaderas y reales para que estemos seguros de que así lo son. Nos exige que levantemos el telón de las apariencias físicas y que examinemos ampliamente lo que está detrás de ellas. Cuando las profundas verdades metafísicas de la Ciencia Cristiana tienen menos importancia en nuestra vida que otras cosas, quizás debamos preguntarnos si estamos penetrando suficiente y sinceramente su revelación o si nos estamos contentando demasiado con sólo su envoltura exterior y con lo que la Ciencia está relacionada — sus palabras y frases conocidas, sus prácticas religiosas y nuestros amigos que piensan como nosotros.

El desafío consiste en extraer los minerales preciosos de la Verdad de las profundidades del ser espiritual. Ésta es la manera en que enriquecemos nuestra espiritualidad. Nada puede sustituir nuestro propio cateo y mineraje de las enseñanzas de la Ciencia Cristiana. Esta revelación fue el resultado del estudio y examen profundos realizados por la Sra. Eddy. Ella profundizó en la vida y obras de Cristo Jesús. Profundizó en sus propias experiencias y en su propio pensamiento. Atravesó la capa de la evidencia de los sentidos que pretende obstruir nuestra perspectiva de la infinita sustancia del Espíritu — y su demostración en este mundo. Persistió, hasta poder afirmar: “Ninguna evidencia de los sentidos materiales puede cerrarme los ojos ante la prueba científica de que Dios, el bien, es supremo”.ibid., pág. 277; La Sra. Eddy no era una pensadora superficial, ni debemos dar margen a serlo nosotros.

Como estudiantes de la Ciencia divina, la cual por completo y finalmente revela a Dios y al hombre — toda realidad — nuestro lema es: “Id a la esencia del asunto”. Debemos persistir en hacerlo así y no detenernos en nada menos. El estudio y el examen son las herramientas con las cuales podemos descubrir los elementos del ser de la Mente, los cuales constituyen nuestra única entidad auténtica.

Nuestro examen de la Verdad divina debe ir de lo infinitesimal a lo infinito, incluyendo la gama completa de la realidad científica. La espiritualidad y la curación surgen de esto; como también la satisfacción, visión, perspicacia y discernimiento. Nada puede sustituirlo. Nada puede demorar nuestro comienzo ahora. Nada puede despojarnos de sus frutos. No debemos contentarnos solamente con la religiosidad, sino ampliar nuestra espiritualidad. Nuestra profunda exploración mental, nuestro esfuerzo por comprender el Todo de la Verdad, exige tanto valor y convicción y sincera determinación como los que tuvo Magallanes al circunnavegar el mundo; y al afirmar que somos el hombre completo creado por Dios, podemos demostrar todo lo que necesitemos.

Nuestra oportunidad no tiene límites. No hay límite en lo que podemos descubrir de las realidades del ser eterno. Nuestra capacidad para comprenderlas está garantizada por el Cristo, la manifestación de Dios, que demuestra Su presencia y totalidad. No hay problemas físicos, ni alegatos de insuficiencia intelectual, ni argumentos de imperfección espiritual, que puedan desanimarnos para que no empecemos en este curso. Toda excusa dilatoria es desechada cuando escuchamos al Cristo.

Señalando la magnitud de nuestras oportunidades, la Sra. Eddy nos dice en el libro de texto de la Ciencia Cristiana: “La Mente insondable está expresada. La profundidad, anchura, altura, poder, majestad y gloria del Amor infinito llenan todo el espacio. ¡Eso basta! El lenguaje humano sólo puede repetir una parte infinitesimal de lo que existe”.Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, pág. 520.

¿Es demasiado pronto para que empecemos a dar pruebas de la magnitud de Dios, el Amor? No lo es.

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