Cristo Jesús reveló la naturaleza mental de todas las cosas. Él probó al sanar “toda enfermedad” y al calmar una tempestad mediante las palabras: “Calla, enmudece” que la materia no limita al hombre. Pero en el grado en que la gente crea que la materia tiene vida, verdad, inteligencia, o sustancia, está limitada por su creencia. Aún más, Jesús desenmascaró el odio mortal a todo lo que descubre la irrealidad de la materia.
Para las mentes de los mortales, el bien se encuentra en la materia. La felicidad se encuentra en la sensación material; la riqueza en la acumulación de materia; la satisfacción personal en lograr poder o rango como mortal — como persona material — entre los demás mortales; la inteligencia en el cerebro material; e incluso consideran que el amor es biológico o biofísico, como también la capacidad de crear. La demostración de la naturaleza mental y espiritual de la vida, la verdad, inteligencia y sustancia amenaza todo aquello que los mortales consideran que es el bien de su existencia misma. Desde un punto de vista materialista era natural que los mortales odiaran a Jesús. La mente mortal no estaba entonces, y no lo está ahora, dispuesta a renunciar a su concepto material de la existencia a pesar de que al hacerlo la gente puede liberarse del pecado, la enfermedad y la muerte.
No fueron personas materiales sino la creencia en la materia lo que crucificó a Jesús. La respuesta de Jesús a quienes creían que lo estaban crucificando fue: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Lucas 23:34; Y literalmente, aquellos que expresaron ese odio, no sabían lo que hacían. Fueron víctimas — instrumentos — de la creencia en la materia.
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