Todos los estudiantes la tienen. Es la manera en que usamos el intelecto lo que determina nuestra experiencia universitaria. Con demasiada frecuencia nuestro concepto del intelecto humano omite la dimensión moral.
¿Debería ponerse el énfasis del trabajo académico en la acumulación de teorías, en el análisis, y en la memorización de hechos? Tesis y exámenes pueden tender a empujarnos hacia el mero nivel humano de acumulación de teorías. Este enfoque abre la puerta a los peligros que presenta una clase de intelectualismo que prospera, sólo para sí, en la simple acumulación y exposición de conocimientos humanos. Cuando seguimos este modelo, el intelecto humano puede convertirse en algo así como un dios para nosotros. Le damos poder e influencia — lo vemos como la fuente de la inteligencia.
Los estudiantes de la Ciencia Cristiana están aprendiendo a renunciar a la clase de intelecto que confina el proceso educativo a una tal llamada mente material.
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