Cercada por la limitación
la tierra del pensamiento se vuelve estéril
no se renueva
y las esperanzas brotan lentamente
echando anhelantes zarcillos hacia la verja.
Y, sin embargo, en aquel lugar estéril
abonado por el desmoronamiento de mortales esperanzas,
brota primero la fe
y luego la convicción que, abriendo de par en par la verja,
da paso a la percepción de
floridos panoramas
la promesa de la cosecha
siempre esperando allí, más allá del enrejado.
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