Adondequiera que miremos hoy en día nos encontramos con evidencias de pensamientos descontrolados. Países destrozados por disensiones internas, inestabilidad fiscal, carencia de alimentos, crisis energética, escándalos en el gobierno y en las corporaciones, crímenes, etc., — todo viene fácilmente al pensamiento. ¿Hay esperanzas para este mundo?
Podemos hallar consuelo en estas palabras que Cristo Jesús dirigió a sus discípulos: “Oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares”. Habló de traiciones, odio, falsos profetas y de un sentido vacilante del amor que no puede permanecer cuando es puesto a prueba. Entonces dijo: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Mateo 24:6, 7, 13;
Si Jesús previó y predijo muchos de los problemas que el mundo enfrenta hoy ¿hemos de alarmarnos por ellos? ¿No debiéramos, por el contrario, mirarlos como parte del proceso por el cual el error se destruye a sí mismo? Cuando las cosas andan bien, la tendencia es conformarse al statu quo. Mas cuando se tornan casi insoportables entonces a menudo se despierta el anhelo de recurrir a un poder superior. La obstinada apatía terrenal tiene que terminar; la complacencia del pensar materialista tiene que ser sacudida para despertar de su sueño. Tenemos que volvernos de lo material a lo espiritual, de lo humano a lo divino.
El profeta Joel, afligido por los problemas de su tiempo, dijo: “Se extinguió el gozo de los hijos de los hombres”. Joel 1:12; Pero hay un gozo que no se extingue. Es más que un mero júbilo; es un profundo regocijo que se basa en la comprensión de que Dios es infinitamente bueno y que la relación del hombre con Él es indestructible. Este regocijo jamás puede perderse; permanece firme en tiempos de pruebas. Va acompañado de la esperanza que nada tiene que ver con castillos en el aire, porque es la esperanza que reconoce el final e inevitable triunfo del bien sobre el mal.
Los Científicos Cristianos están conscientes de la omnipotencia de Dios y anhelan que sea más generalmente aceptada. A veces se preguntan qué pueden hacer para ayudar a la humanidad a buscar y encontrar la dirección divina que elevará a los hombres a un nivel de vida más feliz y puro. Se cuenta de un estadista que, luego de haber disertado vehementemente sobre los problemas que enfrentaba su país, fue abordado por alguien que le dijo: “No soy más que un común hombre de negocios, un ciudadano que vota y paga sus impuestos. ¿Qué puedo hacer?” El estadista le respondió: “Haga lo que pueda con lo que tenga y donde esté —¡pero hágalo!”
Aquellos que han estudiado la Biblia junto con las obras de la Sra. Eddy saben cómo orar científicamente. Han comprobado en su propia vida lo eficaz que es la oración para sanar el pecado, la enfermedad y problemas financieros y sociales. Han demostrado este poder de la oración en toda clase de circunstancias.
Han aprendido que el hombre, como imagen de Dios, como Su manifestación, es el medio por el cual Dios se expresa a Sí mismo. Están, por lo tanto, conscientes de que pueden expresar sin egoísmo el gobierno de Dios en sus pensamientos, en sus vidas y en el mundo que los rodea. Al hacerlo ponen en práctica la comprensión que tienen del “Cristo” como lo define la Sra. Eddy: “La divina manifestación de Dios, que viene a la carne para destruir el error encarnado”.Ciencia y Salud, pág. 583; La Palabra hecha carne es la Palabra de Dios hecha visible en la demostración.
Al volvernos a Dios, la Mente divina, como la única fuente de la inteligencia, es lógico reconocer que ideas útiles y nuevas se manifestarán a funcionarios del gobierno, mediadores, consejeros, estudiantes e instructores, inventores, investigadores, teólogos y hombres de negocios. Dios imparte las ideas útiles, sanadoras y fortalecedoras que capacitan a Sus testigos para perseverar hasta el fin y ser salvos.
La salvación es individual. Uno puede ayudar a otros, y debe hacerlo cuando puede, pero, básicamente, la solución del problema del ser es obra individual. El Científico Cristiano halla gran gozo e inspiración sabiendo que al orar por el mundo está al mismo tiempo trabajando para su propia salvación.
¿Hay esperanzas hoy en día? ¡Por cierto que sí! La Sra. Eddy define la “salvación” como “la Vida, la Verdad y el Amor, entendidos y demostrados como supremos sobre todo; el pecado, la enfermedad y la muerte, destruidos”.ibid., pág. 593; No hay nada que pueda impedir a la humanidad entera comprender y demostrar la verdadera salvación. Se ha dicho con acierto: “... se han llevado a cabo más cosas mediante la oración de lo que el mundo se imagina”. Alfred, Lord Tennyson, Morte d’Arthur. Todos pueden tener esperanza y todos pueden orar.
