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Defendiéndonos contra la dominación mental

Del número de mayo de 1979 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

The Christian Science Monitor


El anuncio decía: “Mentalmente ordene a otros que le obedezcan. Imagínase lo que significaría para usted poseer el sorprendente poder de CONTROLAR SECRETAMENTE A OTROS — sin que ellos lo sepan”.

Aunque podría ser tentador desechar esto como una mera seudosicología de la década de los setenta, el hecho de la manipulación mental personal difícilmente puede descartarse. Diversas formas de control del pensamiento constituyen hoy en día una gran fascinación, como lo atestigua el creciente interés en poderes síquicos y en el ocultismo.

Hace más de cien años, la Sra. Eddy investigó el aspecto moral y espiritual involucrado en el control individual del pensamiento. Antes de descubrir y fundar la Ciencia Cristiana, y mientras buscaba alivio para la precaria salud que había sufrido toda su vida, exploró el mesmerismo, un método popular curativo de aquellos días, basado en el poder de la mente humana.

Para efectuar curaciones, el mesmerismo empleaba empleaba la manipulación física, la sugestión mental y la fe del paciente, y a menudo se producían curaciones notables. Algunos mesmeristas asociaban su método curativo con Dios y con “la imposición de las manos” de Jesús.

La Sra. Eddy, mujer profundamente religiosa, estaba interesada en la supuesta relación de ese sistema con la primitiva curación cristiana. ¿Era el mesmerismo el mismo método que Jesús empleaba? En el laboratorio de su propia vida, la Sra. Eddy finalmente llegó a la conclusión de que no existía relación alguna entre un método y el otro sino que, en realidad, el mesmerismo era exactamente lo opuesto del método de Jesús, método que ella descubrió y llamó Ciencia Cristiana.

Vio que el mesmerismo, o lo que hoy puede llamarse hipnotismo o proyección síquica del pensamiento, podía usarse tanto para hacer el mal como para la curación de los enfermos, y que aun en la aparente curación de los enfermos sólo podía causar más problemas. Pero la Sra. Eddy también descubrió cómo los individuos pueden defenderse contra cualquier forma de dominación mental por medio de la comprensión de que Dios es la Mente divina.

Dice: “El exterminador del error es la gran verdad de que Dios, el bien, es la Mente única, y que el supuesto contrario de la Mente infinita — que se llama diablo o el mal — no es Mente, no es Verdad, sino error, sin inteligencia ni realidad”.Ciencia y Salud, pág. 469;

Debido a que Dios es Mente infinita, Él tiene que ser nuestra Mente también, y una comprensión práctica de esto constituye nuestra perfecta defensa contra el manipulador mental. Cuando sentimos que nuestra bondad está siendo presionada a ceder, podemos saber y sentir que Dios es la única Mente y que nosotros somos Sus ideas espirituales — en las cuales ningún mal puede jamás penetrar, ni puede tampoco seducirlas, controlarlas o conquistarlas porque el mal no existe en la Mente divina.

Se necesita fe y esperanza para reconocernos como ideas espirituales de Dios, cuando parecemos hechos tan sustancialmente de materia y tan limitados. No obstante, la fe y la esperanza se tornan en confianza y comprensión cuando vemos la maravillosa protección que nos trae la percepción de que nuestra identidad es espiritual.

San Pablo dijo: “Haya, pues, en vosotros esa mente que hubo también en Cristo Jesús”. Filip. 2:5 (según la versión King James). Cuando reclamamos como nuestra la Mente divina — esto es, a medida que percibimos y vivimos nuestra naturaleza como expresión de la Mente — nuestros pensamientos se llenan de bellas ideas y sentimientos divinos. Imbuidos de los pensamientos que encontramos en las enseñanzas de Jesús, jamás podemos ser controlados o manipulados por nadie.

¿Por qué? Imagínese que usted fuera el concepto que llamamos “dos.” Un “dos” es lo que usted sería realmente. Ahora supóngase que alguien, silenciosa o audiblemente le sugiriera: “Usted no es un ‘dos’, usted es un ‘cinco’ ”. Puesto que usted está imbuido del pensamiento de ser un “dos” ¿podría la sugestión de que usted es un “cinco” afectarlo en algún momento o hacerlo otra cosa que un “dos”?

¡Por supuesto que no! Del mismo modo, cuando estamos imbuidos de pensamientos puros y de amor, pensamientos a la semejanza del Cristo que nos identifican como ideas de Dios, o sea, como Sus hijos, ninguna sugestión o fuerza mental puede jamás controlarnos o llevarnos a ser o a hacer algo que sea contrario a la naturaleza divina. ¡Sería más fácil tratar de convertir un “dos” en un “cinco”!

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