¿Le causa a usted sorpresa oír decir que la manera en que nos identificamos determina en grado considerable nuestra condición actual? Nuestra felicidad o desdicha, nuestra abundancia o falta de abundancia, están íntimamente ligadas con el punto de partida de nuestro pensamiento. Cuando tomamos a la materia como la base de nuestro pensamiento, estamos condenados a frustraciones y a callejones sin salida o a túneles con poca luz en sus lejanas salidas.
La Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens) eleva nuestro nivel de pensamiento y nos capacita con lógica infalible a tomar como punto de partida a la Mente, Dios, en nuestra evaluación y clasificación de nosotros mismos y de los demás. Esta Ciencia ofrece una nueva comprensión del primer capítulo del Génesis con su declaración de que Dios creó al hombre a Su semejanza.
En Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy nos dice: “El hombre no es de ningún modo un germen material, que sale de lo imperfecto y se esfuerza por alcanzar el Espíritu, por encima de su origen”.Ciencia y Salud, pág. 246; ¿No es acaso, sin embargo, este punto de vista acerca del hombre lo que la teología popular enseña y lo que hemos sido educados a aceptar? ¿Un hombre creado por Dios que ha caído al nivel de un mortal pecador por culpa de los engaños de una serpiente parlante? ¿Un mortal que tiene que ser elevado después hacia el Espíritu? Que quizás llegue allí en un milenio distante, pero que es casi un pecado pensar que puede ocurrir ahora.
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