El cuerpo humano es capaz de lograr mucho más de lo que su dueño hubiera podido imaginarse antes de ponerlo a prueba. El desesperante “¡Yo no puedo hacerlo!” de un niño, se oye que constantemente cambia a un orgulloso “¡mírenme!” cuando por fin logra hacer a la perfección la mismísima proeza después de paciente práctica.
Lo mismo puede decirse de la mayoría de atletas, bailarines, pianistas, artistas, reposteros y entusiastas del golf que han tenido éxito. Ha sido mediante la perseverancia y paciente práctica que han logrado el perfeccionamiento. Al comienzo quizás hayan sentido que el éxito era inalcanzable — que ciertos movimientos físicos, esenciales para su actuación, eran completamente imposibles de ejecutar. Pero mediante el esfuerzo y la práctica constantes, les fue fácil y natural ejecutarlos. La perseverancia trae su recompensa. Sencillamente no se dieron por vencidos.
Por cierto que esto nos alienta a perseverar y trabajar para aumentar igualmente nuestra habilidad mental. Apenas si parece lógico practicar más intensamente con el fin de perfeccionar una tirada en el juego de golf, que para perfeccionar nuestra habilidad para pensar con claridad. La gente tiende a desalentarse muy fácilmente en su desarrollo intelectual, bajo la influencia negativa de la duda de sí mismo y de las teorías supersticiosas de limitación mental. Sencillamente no es cierto, como generalmente se cree, que algunas personas son incapaces de captar conceptos mentales o de razonar con lógica. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud, el libro de texto de la Ciencia Cristiana: “Un conocimiento de la Ciencia del ser desarrolla las capacidades y posibilidades latentes del hombre. Extiende la atmósfera del pensamiento, dándoles a los mortales acceso a regiones más amplias y más altas. Eleva al pensador a su ambiente natural de discernimiento y perspicacia“.Ciencia y Salud, pág. 128;
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