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Abastecimiento y transparencia

Del número de junio de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


A la carencia realmente no se le pone fin consiguiendo más dinero, educación o posesiones, sino abandonando el concepto de limitación. El abastecimiento no se encuentra en la acumulación de materialidad sino eliminándola. La verdadera provisión no consiste en obtener cosas, sino en ideas que se manifiestan por medio de nosotros, a través de la transparencia — la nitidez, pureza y espiritualidad — del pensamiento esclarecido.

Las necesidades humanas se abastecen a medida que ideas espirituales — nuestro verdadero abastecimiento — se manifiestan en la consciencia humana. ¿Cómo sucede esto? La Sra. Eddy dice: “La mente mortal a través de la cual aparece la Verdad más claramente, es aquella que ha perdido mucha materialidad, — mucho error — a fin de llegar a ser de mejor transparencia para la Verdad”.Ciencia y Salud, pág. 295;

La provisión que satisface todas nuestras necesidades está ya presente, por siempre. Es inagotable porque se deriva del Espíritu; completa porque está incluida y manifestada en la Mente; del todo satisfaciente porque es la expresión del Alma. Nunca podemos estar separados de la provisión porque nunca estamos separados de Dios. Cada uno de nosotros es abastecido constantemente por el Amor divino, natural y bellamente.

Nuestro trabajo consiste en erradicar las creencias falsas y gozosamente reconocer, apreciar y expresar la siempre presente afluencia de bien que procede del Amor. En Ciencia y Salud la Sra. Eddy escribe: “El despojar el pensamiento de equivocadas confianzas y rechazar los testimonios materiales, a fin de que aparezcan las verdades espirituales del ser, —ésta es la gran adquisición por la cual eliminaremos lo erróneo y daremos entrada a lo verdadero. Así podremos establecer en verdad el templo, o cuerpo, ‘cuyo arquitecto y hacedor es Dios’ ”.ibid., pág. 428;

¿De qué valor pueden sernos estas aseveraciones del libro de texto de la Ciencia Cristiana si carecemos de alimentos, de hogar, de amigos o de trabajo? El primer e importante paso a dar es alejarnos de las apariencias materiales y percibir que el problema radica en el pensamiento. Ahora mismo, y aquí mismo, podemos dar pasos específicos para remediar la situación. La carencia es un estado de creencia falsa y puede vencerse exactamente en nuestra propia consciencia, porque no tiene otra realidad que la que nuestra creencia le da. Podemos rehusar el dejarnos engañar por las apariencias y en cambio dirigir nuestra atención hacia la abundante provisión de Dios para todos Sus hijos.

Estados negativos del pensamiento, tales como resentimiento, envidia, conmiseración propia, deben abandonarse si hemos de ser mejores transparencias para la Verdad. ¿Estamos realmente dispuestos a descartar puntos de vista anticuados sobre la vida? ¿Hemos eliminado las limitaciones de superstición y creencias falsas? ¿Estamos despojando el pensamiento de “equivocadas confianzas” y de “testimonios materiales”?

Debemos aumentar nuestra comprensión de Dios y de Su idea. Esto se logra mediante el estudio y la práctica. (Por ejemplo, el buscar con la ayuda de las Concordancias de los escritos de la Sra. Eddy la palabra “aparecer” y sus derivados ofrecerá nuevas perspectivas sobre lo que es la provisión.) El universo de Dios está lleno de Sus pensamientos amables, afectuosos y liberadores. Por medio de la oración podemos recibir los pensamientos de la Mente. Y a medida que comienzan a aparecer los hechos espirituales del ser, encontramos nuestra verdadera sustancia y enriquecimiento.

“Pero todos estos pasos son mentales”, se dirá el lector. “¿Cómo me proveerán de comida y alojamiento?” El pensamiento determina la experiencia. No tenemos por qué dejar que las circunstancias nos gobiernen; nosotros podemos gobernar las circunstancias con la calidad de nuestros pensamientos. A medida que nuestros pensamientos se vuelven más espirituales, sabemos qué hacer, a dónde ir, y qué decir. El escenario humano se nos presenta continuamente provisto y más armonioso.

La relación entre la espiritualidad y la abundancia se menciona en un pasaje bíblico de Deuteronomio, donde se representa a Dios diciendo: “Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios. Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo.. . Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir”. Deut. 28:2, 3, 5, 6;

El demostrar abundancia para nosotros mismos es esencial, pero sería egoísta detenernos aquí. Las necesidades del mundo aguardan nuestra generosidad. Estas necesidades también son esencialmente espirituales. ¿Cómo se les puede hacer frente?

El Amor divino nutre al universo y al hombre espirituales. La Biblia y Ciencia y Salud — junto con el estudio, la oración y la demostración que se basan en estos libros — están ayudando a que este hecho espiritual se haga más aparente. A medida que vamos siendo mejores transparencias para la Verdad — para el Cristo, la verdadera idea de Dios — las bendiciones para todos fluyen mediante nosotros. Nos veremos cada vez menos como una consciencia necesitada y más y más como una consciencia abastecida — una consciencia cuya espiritualidad abastece las necesidades de los demás.

El famélico, el delincuente, la víctima — todos necesitan ayuda humana, pero necesitan aún más de nuestra percepción iluminada de que ellos son espirituales — que son hijos de Dios, por siempre amados y bendecidos por Él. Es la espiritualidad la que nos capacita para penetrar la niebla de la creencia mortal y discernir la perfección eterna y presente del hombre. Una idea espiritual no puede carecer de nada; está ya satisfecha y completa. El saber esto no elimina la necesidad de ayuda humana adecuada, pero sí contribuye a desarrollar y mantener sus mejores formas.

Cada uno de nosotros tiene tanta provisión espiritual como esté listo para expresar. “El Amor divino es infinito”, escribe la Sra. Eddy. “Por lo tanto, todo lo que realmente existe, está en Dios, emana de Él y manifiesta Su amor”.Ciencia y Salud, pág. 340. Reflexionando sobre esta gran verdad, y demostrándola, ya no seguimos en pos de un falso sentido de sustancia. Por el contrario, nos encontramos colmados de bendiciones.

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