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Sabiduría que sana

Del número de junio de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¿Cómo sana la sabiduría de la Biblia?

Durante mi primer año de estudiante en el extranjero, en una universidad en Inglaterra, fui a Londres en las vacaciones de Pascua, pero en seguida me enfermé. Con la ayuda de una practicista de la Ciencia Cristiana hice progresos. Me levantaba durante el día, pero la fiebre no me dejaba dormir durante la noche. Finalmente, a medida que se aproximaban las clases de nuevo, decidí que tenía que hacer algo para liberarme. Me fui por el último fin de semana a la región de los lagos y me hospedé en una casa de huéspedes. Salí a caminar antes de la cena y, como me sentí con un poco más de energía, fui más lejos de lo que pensaba.

Había una niebla espesa. Tomé un camino incierto por un recodo, y luego por otro que me condujo a un sendero de ovejas en lo alto de la montaña. La humedad se convirtió en una llovizna helada; la luz se desvanecía. Envuelta por la niebla, empapada y con frío, estaba perdida en las montañas.

“No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte”. Isa. 11:9;

¡Qué consoladora puede ser la Biblia en una crisis! Me aferré a esas palabras de Isaías como a un salvavidas. Este monte era de Dios, no del peligro. Estaba bajo Su jurisdicción. Recordé dos frases del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, que me dieron indicaciones precisas para aplicar la promesa de la Biblia. Las palabras de la Sra. Eddy eran experimentadas e inflexibles: “Cuando se desvanezca el temor y quede la convicción de que no se ha violado ley alguna, ni el reumatismo, ni la tisis, ni ninguna otra enfermedad sobrevendrá a consecuencia de la exposición a la intemperie. En la Ciencia este es un hecho establecido, que todo el testimonio de los sentidos nunca podrá anular”.Ciencia y Salud, pág. 384;

De esta manera comencé a trabajar para dominar el miedo. No era fácil, pero sabía que tenía que hacerlo. ¡Con cuánta frecuencia dijo Jesús: “No tengáis miedo”! El libro de texto indica la destrucción del temor como el primer paso para la curación cristiana. Ver ibid. 410:31–1;

Refugiada al lado de una roca, comencé a orar. El Salmo 23 me dio la seguridad del gobierno absoluto de Dios y mi obediencia a él. Saqué mi edición de bolsillo de Ciencia y Salud y sentí una vigorosa alegría al descubrir las palabras de la Sra. Eddy justamente después del pasaje que había recordado: “La enfermedad, el pecado y la muerte tendrán que cejar al fin ante los derechos divinos de la inteligencia.. .” ¡Dejémoslos que cejen!

Mientras oraba, comencé a caminar confiando en el salmo del pastor. Comencé a comprender que lo que los sentidos sugerían podía negarse íntegramente sobre la base de la realidad de Dios. Yo no era una masa de carne y hueso, propensa a la enfermedad y al extravío, sino una hija de Dios, la creación del Espíritu inteligente. No había quebrantado ninguna de Sus leyes. El estar fría o caliente, mojada o seca, perdida o a salvo no tenía importancia. Estaba segura ahora bajo la ley del Amor.

Era tarde cuando finalmente encontré mi camino a la posada, pero me sentía tan feliz que no presté atención a ello. No tuve fiebre esa noche ni nunca más. Por la mañana salió el sol y anduve todo el día por las montañas, sin cansancio y llena de gratitud. Cuando tomé el tren de regreso a la universidad, ya había sanado.

Lo que ahora me parece más notable de ese incidente no es tanto la salud, la seguridad y la fortaleza restauradas como la certeza inteligente de la curación. Muchos de nosotros hemos amado las promesas de la Biblia por su consuelo y esperanza, pero es maravilloso ver que cuando estas mismas promesas son entendidas científicamente, sanan. Como ángeles enviados para atender nuestra necesidad específica, las Escrituras y el libro de texto de la Ciencia Cristiana nos guían en los pasos de la oración salvadora. Tanto los errores grandes como las pequeñas tonterías pueden ser corregidos a medida que nos dirigimos a la sabiduría divina que sana.

Muchas veces y con muchos significados encontramos la palabra “sabiduría” en la Biblia. Uno de los significados más humildes es demostrado por el artesano “a quien Jehová dio sabiduría e inteligencia para saber hacer toda la obra del servicio del santuario”, de acuerdo con “todas las cosas que ha mandado Jehová”. Éx. 36:1; ¡Qué alentador es darnos cuenta de que ahora todos podemos ser como aquel artesano en el trabajo normal cristiano de la curación espiritual! El Maestro, Cristo Jesús, nos ha mostrado lo que tenemos que hacer. Aquí están los elementos, donde siempre han estado, en la Palabra iluminada de la Biblia. Ciencia y Salud aclara el camino. “Posible es”, escribe la Sra. Eddy, “— sí, es deber y privilegio de todo niño, hombre y mujer,— seguir en cierto grado el ejemplo del Maestro mediante la demostración de la Verdad y la Vida, la salud y la santidad”.Ciencia y Salud, pág. 37;

Esta instrucción práctica en la curación cristiana es sólo posible, claro está, por la sabiduría en su más alto significado en las Escrituras. Sobre la habilidad del artesano, aún sobre el discernimiento crucial entre el bien y el mal por el que oró Salomón, la Biblia nos guía hasta la estrella de los reyes magos, la luz que por su propio brillo borra las pretensiones de la oscuridad. Ésta es la verdad que Jesús dijo que nos liberaría, y que por cierto lo hace. Pablo se refiere a ella como: “Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios”. 1 Cor. 1:24.

Sin duda que la lección de la Biblia es que esta sabiduría está siempre con nosotros impulsando nuestro más mínimo esfuerzo hacia el bien y recompensándolo, abriendo nuestros ojos para que veamos dónde realmente estamos y para lo que Él nos ha creado. Si bien la vida de Jesús es la declaración más perfecta de esta sabiduría divina, la Biblia toda está colmada de ella y levanta nuestra vista más allá de la visión de los sentidos materiales de un mundo material.

Algunas veces puede parecer como si la sabiduría de la Biblia, con sus sanadoras disciplinas y su visión final, fuera demasiado oscura justamente cuando el mundo más la necesita. Pero, ¿acaso no son más verdaderas las señales que muestran su persistente penetrar a través de la niebla material? Como lo demuestra la misma Biblia, la presencia del Dios vivo es siempre el factor determinante. Hasta una rendija de pensamiento purificado y devoto dejará que penetre un rayo de la luz del día que lo rodea todo. Y mientras nos mantengamos bajo esa luz — tan seguro como el amanecer — hay una prueba de curación para el mundo.

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