Quienes están en la práctica sanadora de la Ciencia Cristiana, y han atendido casos de embarazos, a veces encuentran que en el momento del parto parecieran presentarse fuerzas trabajando en direcciones opuestas. El resultado es esfuerzo. Pero elimínese la creencia en fuerzas opuestas y el nacimiento será sin esfuerzos.
La hora por cierto ha llegado para que la idea espiritual que conocemos como Ciencia Cristiana nazca para todo el mundo y éste la acepte como su propia amada idea. Quienes saben lo suficiente de Ciencia Cristiana como para ponerla en práctica consecuentemente, tienen ante ellos la oportunidad de dar a conocer esta idea espiritual. El mundo la necesita, y a medida que se venza la resistencia, la nueva idea se recibirá con gozo y amor.
Para vencer la resistencia, quien esté atendiendo a un nacimiento necesita primero reconocer su propia resistencia a la naturaleza espiritual de lo que está ocurriendo, y eliminar esta resistencia. En el grado en que haya establecido claramente en su propio pensamiento que su misión al atender un nacimiento no es la de un mortal tratando a otro mortal, sino una idea espiritual reconociendo y adorando a la Mente infinita y a la manifestación de esa Mente, entonces podrá descubrir y disolver lo que parezca presentar resistencia a un nacimiento armonioso. Un problema clave al presentar la Ciencia Cristiana al mundo es, por lo tanto, ver la manera de identificarnos como ideas, como entidades espirituales, no materiales.