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¿Cómo está nuestra propia economía?

Del número de septiembre de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El estado de la economía local, nacional o mundial no tiene por qué afectarnos adversamente si estamos cuidando nuestra propia economía espiritualmente. Vivimos en abundancia a medida que alcanzamos una comprensión a la manera del Cristo, de que Dios es nuestra Vida, sin restricciones, infinita. Nuestros recursos son infalibles cuando discernimos espiritualmente que son atributos de la Vida eterna.

El hombre, manifestando esta Vida, expresa abundancia así como inteligencia, integridad y salud. La ocupación total es el mandato para la imagen activa de la Mente omniactiva.

Para un ejemplo alentador podemos acudir a Cristo Jesús, quien fue el mejor economista que haya existido jamás. La ocupación le era tan natural a Jesús como el respirar, y parece que nunca le faltó para las necesidades humanas de alimento, ropa, alojamiento y medios de transporte — hasta dinero para pagar impuestos. Sabiendo que nunca estaba solo sino siempre con el Padre, atrajo a discípulos y amigos. Tenía el don de la palabra y el del silencio. Mantenía una actividad sin apremio con un horario bastante elástico que le daba tiempo para la oración y lo inesperado. Estaba alerta y pleno de propósitos; nunca perdía nada, ni siquiera el tiempo, y ayudaba a otros a obtener un sentido correcto de salud, identidad, seguridad y comprensión espiritual. Jesús prometió a todos sus seguidores: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Juan 10:10;

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