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El hombre es idea, no es corpóreo

Del número de septiembre de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El hombre es la evidencia de que Dios existe.

Este concepto que se basa en Dios difiere en gran manera de la creencia aceptada generalmente de que el hombre es un mortal insignificante, que vive precariamente desde su nacimiento hasta su muerte en un cuerpo físico. El hombre verdadero (su ser verdadero y mi ser verdadero) es semejante a Dios, completo en cada detalle — no restringido por un cuerpo físico.

La creación, entonces, es el desarrollo de la Mente divina, y no un proceso biológico. Esto puede que contradiga la evidencia del sentido físico, pero, no obstante, es la verdad. La consecuencia de una causa no material, del Espíritu mismo, debe ser espiritual. Y el Espíritu se manifiesta a sí mismo en ideas, porque el Espíritu es Mente, la fuerza creadora absoluta que gobierna el universo. El hombre es la idea más grandiosa del Espíritu. A la materia le es imposible formar al hombre genuino. La Sra. Eddy con clara percepción afirma: “La Mente crea Su propia semejanza en ideas, y la sustancia de una idea dista mucho de ser la supuesta sustancia de la materia no inteligente”.Ciencia y Salud, pág. 257;

Lo que erróneamente se denomina hombre — un ser molecular, químico y biológico — de ninguna manera es el hombre. Es un concepto equivocado, que existe exclusivamente en una supuesta mente mortal separada de Dios y que expresa esa consciencia falsa. Esto no quiere decir que el hombre sea imperceptible o insustancial; es sustancial y eterno porque Dios lo es. Simplemente quiere decir que el hombre no puede ser mortal. Para encontrar nuestra verdadera identidad necesitamos empezar por aclarar nuestra comprensión acerca de nuestro creador, la Mente y el Espíritu que reflejamos. A medida que nos esforzamos por entender y amar a Dios, descubrimos que nosotros y los demás somos Sus creaciones nobles e indestructibles.

Puesto que Dios es Alma, el creador de toda la belleza, alegría e individualidad, cada uno de nosotros expresa, en verdad, estas cualidades. Muchas personas consideran que el alma es una esencia espiritual aprisionada temporalmente en un cuerpo físico, para ser liberada en el momento de la muerte. Pero la Ciencia del Cristo explica lógicamente que el hombre es totalmente espiritual, el producto del Espíritu, de la única Alma infinita. Una percepción de esto nos fortalece mental y físicamente.

Puesto que Dios es Mente inconmensurable, el hombre expresa aptitudes mentales ilimitadas. La inteligencia no está determinada por el cerebro o la herencia. ¡Qué útil es para nosotros comprender este hecho! Puede liberarnos de la creencia en una inteligencia restringida, en la fatiga mental, en la retardación, la enfermedad, la falta de creatividad.

El hombre tiene vida porque Dios es su Vida. El hombre ama porque, como idea del Amor, está en su naturaleza amar. Él es la emanación misma del Amor infinito, y vive seguro en él. Él únicamente incluye lo ideal, porque es la expresión de la Verdad.

Hay otro sinónimo que nos ayuda aún más en nuestra comprensión de Dios y esto hace más nítida nuestra imagen del hombre. Dios es Principio divino. Él imparte toda ley genuina y gobierna el ser del hombre. El hombre es inseparable de este poder guiador que nunca falla. Él refleja la integridad, sabiduría, pureza del Principio.

Reconocemos que el hombre es idea. Y ¡qué idea tan hermosa! Pero ¿qué vamos a hacer acerca del cuerpo material que tan insistentemente parece que fuéramos nosotros? ¿No debiéramos liberarnos de ese cuerpo físico de manera que pudiéramos representar más plenamente a Dios? ¿Tiene ahora mismo valor práctico la verdad de que el hombre es idea de Dios?

Ante todo, nuestro propósito no es deshacernos de un cuerpo mortal. La verdad es, que la verdadera identidad no está constituida por materia. El Espíritu es la sustancia de todo ser. La materia es un concepto de la mente mortal, y la mente mortal misma es una falsificación de la Mente divina y única. De lo que tenemos que liberarnos es de una creencia falsa acerca del cuerpo o la identidad.

El cuerpo físico es la falsificación de la verdadera identidad espiritual. Esta declaración de la Sra. Eddy aclara el tema: “Toda creencia material sugiere la existencia de la realidad espiritual; y si se les instruye a los mortales en cosas espirituales, se verá que al invertir la creencia material en todas sus manifestaciones, se hallará el tipo y representante de verdades inestimables, eternas y justo a mano”.Escritos Misceláneos, págs. 60—61;

Manifestamos salud y libertad — menos materialidad — a medida que purificamos nuestro pensamiento, entendiendo que todo aquello de lo que estamos conscientes constituye nuestro concepto actual de identidad. A medida que sometemos nuestra mentalidad a la omnisciencia de la única Mente, que forma su propia imagen no material, las cadenas impuestas por la creencia en la vida orgánica y estructural empiezan a caer. Se sana el malestar y la enfermedad. Pero lo que parece ser la curación del cuerpo físico, es, en realidad, la curación del pensamiento.

Nada es ajeno a la consciencia. Tenemos dominio sobre nuestro cuerpo — dominio otorgado por la Mente. Mientras la gente por lo general está contenta, o descontenta, buscando causas o curas materiales, la Ciencia Cristiana nos enseña a recurrir a la consciencia divina en busca de toda curación. A través de la oración percibimos las ideas sanadoras que continuamente nos comunica el Cristo que mora en nosotros, el Cristo, la presencia sanadora del Amor.

Refiriéndose a su demostración siguiente de dominio sobre lo corpóreo, Cristo Jesús dijo: “Destruid este templo, y yo en tres días lo levantaré”. Juan 2:19 (según Versión Moderna); La Sra. Eddy al interpretar sus palabras dice: “Jesús dijo: ‘Destruid este templo [cuerpo], y yo [la Mente] en tres días lo levantaré’; y esto lo hizo para darle mayor confianza a la humanidad cansada”.Ciencia y Salud, pág. 494.

A medida que cedemos al poder de resurrección del Cristo, podemos transformar nuestra vida — inclusive podemos espiritualizar nuestro concepto de la sustancia y la identidad. Ahora estamos, en realidad, viviendo en el reino del Espíritu como valiosas ideas del Espíritu. El hombre verdadero es espiritual y expresa todas las cualidades de Dios. Dios y el hombre existen en una inseparable unidad.

Ningún argumento sinuoso de la mente mortal, ninguna pretensión de la ciencia física, pueden alterar las verdades espirituales acerca de la identidad, el propósito y la sustancia del hombre. Nunca seremos menos que el hombre que Dios creó. Podemos utilizar el poder puro de esta verdad para regenerar y sanar nuestro concepto actual de identidad. Podemos hacerlo ahora, porque la verdad es verdad ahora mismo.

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