El hombre es la evidencia de que Dios existe.
Este concepto que se basa en Dios difiere en gran manera de la creencia aceptada generalmente de que el hombre es un mortal insignificante, que vive precariamente desde su nacimiento hasta su muerte en un cuerpo físico. El hombre verdadero (su ser verdadero y mi ser verdadero) es semejante a Dios, completo en cada detalle — no restringido por un cuerpo físico.
La creación, entonces, es el desarrollo de la Mente divina, y no un proceso biológico. Esto puede que contradiga la evidencia del sentido físico, pero, no obstante, es la verdad. La consecuencia de una causa no material, del Espíritu mismo, debe ser espiritual. Y el Espíritu se manifiesta a sí mismo en ideas, porque el Espíritu es Mente, la fuerza creadora absoluta que gobierna el universo. El hombre es la idea más grandiosa del Espíritu. A la materia le es imposible formar al hombre genuino. La Sra. Eddy con clara percepción afirma: “La Mente crea Su propia semejanza en ideas, y la sustancia de una idea dista mucho de ser la supuesta sustancia de la materia no inteligente”.Ciencia y Salud, pág. 257;
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