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La teología correcta es esencial para la curación

Del número de septiembre de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La curación por medio de la oración se manifiesta naturalmente a medida que aprendemos más respecto a Dios. En realidad, la curación es, a menudo, simplemente cuestión de reemplazar con la verdad la ignorancia de la mente humana acerca de Dios.

Un concepto erróneo o falta de conocimiento acerca de Dios, puede ser un factor inquietante — a veces profundamente perturbador — en nuestra vida. Con mucha frecuencia, la gente realmente sufre por desconocer a Dios — o por “conocer” conceptos erróneos acerca de Él.

Quienes practican la curación por medio de la oración, como se enseña en la Ciencia Cristiana, se dan cuenta de que es sumamente importante profundizar y ampliar diariamente su comprensión de Dios. Mediante un entendimiento cada vez más espiritual de la totalidad de Dios — Su bondad infinita — nuestra capacidad para curar aumenta. Éste es el factor central en la curación cristiana que enseñó y practicó Cristo Jesús. Un correcto entendimiento de Dios y del hombre es indispensable para el trabajo de curación consecuente y eficaz. La teología verdadera está irrevocablemente relacionada con la curación. Una evaluación correcta de Dios, y de la relación del hombre con Él, es esencial para practicar la poderosa obra sanadora que Jesús alentaba a todos sus discípulos a que practicaran.

A veces el solo reconocimiento maravilloso de que Dios es Espíritu y que Él es el único poder, y que el hombre es Su imagen, desvanecerá la falta de armonía. No obstante, en otras circunstancias es preciso dar un paso adicional al afirmar las verdades eternas de Dios y del hombre. Tal vez tengamos que negar específicamente varios conceptos erróneos — incluso enseñanzas teológicas incorrectas. Habrá ocasiones en que los Científicos Cristianos no acepten ciertos puntos teológicos que enseñan otros cristianos. Si esos puntos están en desacuerdo con la verdad científica acerca de Dios y del hombre, deberíamos corregirlos específicamente en nuestra propia consciencia, o podríamos sufrir a causa de ellos.

En una ocasión una niña estaba sufriendo de una fiebre muy alta. Había estado profundamente perturbada por el concepto que se tenía en su iglesia de que Dios era un Dios que castigaba, y que salvaba a algunas personas y condenaba a otras. Su padre mantenía convicciones religiosas muy firmes y fundamentales sobre esos conceptos. Pero la madre, en cierta medida, se daba cuenta de que Dios era Amor y alentó a su hija a que orara. La fiebre cedió y la niña sanó. En realidad, la fiebre había sido el síntoma de esa doctrina teológica equivocada.

Posteriormente, esa niña habría de ser la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Mary Baker Eddy escribe acerca de su curación: “Mi madre, en tanto que bañaba mis sienes ardientes, me instó a que me apoyara en el amor de Dios, lo cual me haría descansar si iba yo a Él en oración, como acostumbraba hacerlo, pidiendo que me guiara. Oré; y un claror suave de inefable alegría me inundó. La fiebre desapareció y me levanté y me vestí, en estado normal de salud. Mi madre vio esto y se alegró. El médico se maravilló; y el 'horrible decreto' de la predestinación como Juan Calvino llamó correctamente a su propio artículo de fe perdió para siempre su poder sobre mí”.Retrospección e Introspección, págs. 13–14;

Aquí se ilustra una importante lección, que demuestra la necesidad de dejar atrás la doctrina teológica errónea. ¿Cómo podemos saber cuáles puntos de la teología religiosa general necesitan corregirse en nuestra vida? La Biblia, con su Palabra inspirada, revela los hechos auténticos de Dios y del hombre. La oración, y el escuchar sinceramente a Dios y el confiar en Él, puede aproximarnos más a obtener un claro entendimiento de nuestra relación con Él. Un estudio minucioso de la Ciencia divina el Consolador prometido por Cristo Jesús nos revela que Dios es poder supremo, el único poder. Nos enseña que Dios es bueno y que el hombre es idea espiritual, que expresa la perfección infinita de Dios. Nos enseña también que no hay poder opuesto, denominado mal, en la totalidad de Dios.

Cualquier punto que no esté de acuerdo con esta teología divina la misma premisa sobre la cual Jesús efectuaba curaciones puede causarnos malestar. La mente humana puede resistir las verdades del ser, mas cuando el malestar es muy fuerte, nos vemos obligados a someternos a la teología verdadera. Entonces percibimos la supremacía de Dios, y Su poder nos sana. Toda vez que aceptamos, ya sea consciente o inconscientemente, conceptos que no están en conformidad con las verdades del ser, tarde o temprano sentimos esa disconformidad.

No obstante, los pensamientos a la manera del Cristo aclaran nuestro concepto de la realidad. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”, Mateo 5:8; nos asegura Jesús. Cada uno de nosotros puede comenzar a obtener su libertad de los falsos conceptos suscitados por las varias fases del razonamiento mortal. La teología tradicional es una de estas fases. Nuestra Guía explica: “Las llamas eternas del infierno y sus vapores nocivos, la elección de una minoría que debe ser salvada y de una mayoría que debe ser castigada eternamente; la ira de Dios apaciguada por el sacrificio y la tortura de Su hijo favorito, constituyen algunas de las falsas creencias que han producido el pecado, la enfermedad y la muerte...” La idea que los hombres tienen acerca de Dios, pág. 3.

A medida que el concepto del mundo acerca de Dios y de la relación del hombre con Él se desarrolle con más exactitud, muchas dificultades se resolverán. A diario debemos orar por nosotros mismos y por toda la humanidad para percibir con mayor precisión las realidades del ser: para reconocer con mayor humildad la irrealidad del mal y la realidad de la perfección; para aceptar la teología de Dios perfecto y hombre perfecto.

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