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¿Qué camino debiéramos seguir?

Del número de septiembre de 1980 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Es una pregunta frecuente que se hace igualmente respecto a asuntos de poca importancia y a los que conmueven al mundo. El no saber la dirección correcta puede ser un poco frustratorio o tener consecuencias de largo alcance.

Cristo Jesús dio esta aclaración a un perplejo seguidor: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida”. Juan 14:6; Al decir esto aclaró que podemos encontrar en el Cristo, la invariable idea de Dios, un sentido de dirección constante e infalible.

Un estudio metódico de las enseñanzas del Nazareno bajo la luz que la Ciencia Cristiana arroja en ellas — y un esfuerzo cuidadoso por expresar el espíritu de él y seguir su ejemplo — nos ayudan a comprender su camino. Tenemos oportunidades hasta en las experiencias más pequeñas para preguntarnos: ¿Qué camino hubiera tomado el Maestro? Las leyes espirituales por las cuales vivió Jesús son las mismas hoy en día. Cuanto mejor comprendemos estas leyes, tanto más rápidamente encontramos el camino del Cristo en toda situación. Estas leyes no son algo ajeno al hombre; ellas son las leyes mismas del ser científico y espiritual.

Nuestra comprensión del camino del Cristo incluye no sólo un sentido de dirección, el camino que debiéramos seguir, sino también un reconocimiento de nuestra identidad, de lo que somos. Los dos están inexorablemente relacionados. Toda oportunidad para buscar el camino a seguir entraña la comprensión de lo que somos en nuestra relación con Dios.

Jesús continuó su declaración de que él era “el camino” al decir más adelante: “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras”. v. 10;

Tal constante reconocimiento de que no tenemos identidad separada de Dios, de que somos siempre la expresión del Padre, es lo que nos da seguridad en Su camino. El Padre — el Principio divino del ser — no puede errar. Y no podemos equivocar Sus direcciones cuando nos aferramos firmemente al hecho de que no tenemos vida verdadera separada de Él. Recurriendo a los hechos de nuestra verdadera naturaleza como hijos de Dios, revela el camino correcto — el camino del Cristo — en cualquier momento dado.

El camino que debiéramos seguir siempre es cuestión de inspiración y revelación individuales. Puede muy bien ser el camino de ayer, pero puede no serlo. Jesús dijo a los fariseos: “Vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy”. 8:14; El pensamiento atado por la mera manera tradicional de pensar o de hacer las cosas, no puede ver el camino del Cristo. Pero a medida que afirmamos nuestra identidad espiritual y la vivimos, encontramos la senda correcta para el viaje de hoy.

Con frecuencia es necesario resolver las cosas juntos, como en una familia, negocio o iglesia, para hacer una demostración colectiva del camino a seguir. La mejor dirección no es siempre la de que una persona asuma un papel dominante y otras sigan en sus pasos. Eso podría hacer que la marcha fuera lenta, llevando a cuestas los desafíos de una jerarquía. Pero a medida que cada uno sea sincero consigo mismo, cada uno será guiado por el Principio armonioso —el Principio armonioso, el Amor — y cada uno estará en mayor armonía con los demás.

La Sra. Eddy, a quien los Científicos Cristianos aceptan como la persona que continúa guiándolos a través de sus escritos, dijo al finalizar un mensaje a su Iglesia: “Finalmente, hermanos, esperad pacientemente en Dios; devolved bendición por maldición; no seáis vencidos de lomalo, sino venced con el bien el mal; estad firmes, permaneced y abundad en la fe, en la comprensión y en las buenas obras; estudiad la Biblia y el libro de texto de nuestra religión; obedeced estrictamente las leyes que son, y seguid a vuestra Guía sólo en la medida en que ella siga al Cristo”.Message to The Mother Church for 1901, pág. 34; En ciertos casos ella retiró su dirección de quien no sentía dentro de sí mismo conformidad de que esta dirección era el camino apropiado a seguir.

El camino correcto se nos presentará a medida que la verdad de la supremacía y omnipotencia de Dios llene nuestro corazón y nuestra mente. Si equivocáramos el camino, la humildad necesaria para reconocer este hecho actúa como un agente correctivo.

La oración — la verdadera oración que procura saber cuál es la voluntad de Dios — nos guía a un primer paso, aun cuando no veamos muy lejos en nuestro camino. La promesa de Isaías: “Tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda” Isa. 30:21; indica el impulso que es posible que sintamos a medida que avancemos.

Si en cualquier momento dejáramos de oír esta voz que nos guía, tenemos un remedio seguro. Es reconocer nuestra espiritualidad y humildemente afirmar nuestra semejanza al Cristo. La verdadera identidad sabe, y sabe que sabe, el camino a seguir. A medida que nos mantengamos firmes en la consciencia de lo que sí sabemos, podemos confiar en que esta convicción nos abrirá el resto del camino.

Un artículo muy útil por la Sra. Eddy, intitulado “El camino”, concluye: “El camino es la Ciencia divina absoluta: andad por él; mas recordad que la Ciencia es demostrada paso a paso, y que nuestra demostración se eleva sólo en la medida en que nosotros nos elevamos en la escala del ser”.Escritos Misceláneos, pág. 359.

¿Qué camino seguiremos? Esto sólo tiene una respuesta. El camino correcto. Usted y yo continuaremos encontrando este camino correcto en nuestra vida a medida que cultivemos continuamente un conocimiento de nuestra identidad otorgada por Dios. El hombre verdadero es espiritual, infalible, y cada vez más podemos dejar que esta comprensión gobierne nuestro sentido de dirección.

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